HOLOGRAMAS

Se abre el telón de la sala Pleyel. Afina el primer violín. Aplauso seguido de un silencio sepulcral. La diva aparece desde la izquierda del escenario. De blanco. Suena el vals de Julieta del Romeo y Julieta de Gounod: «Ah! Je veux vivre dans ce rêve...» (Quiero vivir en este sueño). Y es un sueño, una fantasía. Porque quien lo interpreta es Maria Callas. El holograma de Maria Callas.  La voz es la de la Callas separada de la orquesta y de las voces de otros cantantes de grabaciones originales y remasterizada. El cuerpo es el de una doble. La cara, la de la Callas. Un laborioso proceso de investigación y coreografía está detrás de la ilusión.

El resultado es prodigioso. Al menos desde el anfiteatro. El problema es que los que estamos en la sala sí sabemos que estamos ante un fantasma. Cuando la Callas entra en escena el aplauso es de cortesía. Pero el creador ha previsto que la estrella sea recibida con una larga ovación a la que la diva corresponda con dos reverencias... así que la orquesta provoca un segundo aplauso.  La técnica puede traer del más allá la imagen de la diva y darle un cuerpo. La voz, maravillosa, sigue ahí. Pero la magia no es tan fácil de recuperar.

(Iñaki Gil)

Las cotas  a las que puede llegar la técnica son infinititas, inabarcables y esto es solo el comienzo. Se puede conseguir que una persona, que un artista fallecido, haga una gira mundial de recitales y conciertos mediante un holograma al que unen la voz previamente grabada. Es realmente impresionante, pero, muy perfecto que sea, puede que el resultado sea frío, que no emocione a un público que sabe que no es cierto, que es magia, que es una ilusión sin más. Algunos, menos tecnológicos y más viscerales, pensarían que están en presencia de un fantasma.

En el futuro todo será virtual y me pregunto si podríamos hacer venir al salón de nuestra casa a nuestros seres queridos ya desaparecidos, en forma de holograma, pero la idea me resulta tan inquietante... como que podamos ir aceptando este tipo de espectáculos.

No son hologramas, no hay nada virtual, son de piedra, y bien materiales, pero, vistas por detrás, estas esculturas de la entrada del Parque de María Luisa, parecen estar en otra dimensión.

Besos.