Las personas que sólo aprecian el valor de mercado de las obras de arte nunca entenderán la desgracia que supone para la humanidad la pérdida de una sola de ellas. Un cuadro es mucho más que una tabla o un lienzo cubiertos de pintura; es una parte del alma del artista encerrada para siempre en su creación, como uno de esos genios de los cuentos orientales atrapados en lámparas de aceite. Da igual cuánto tiempo pase o cómo cambien nuestros gustos; lo que da sentido a este mundo, lo que nos recuerda por qué merece la pena seguir adelante entre tanto dolor, no es otra cosa que el arte, la música, la literatura. La belleza, en definitiva.
(Victoria Álvarez: El príncipe de los prodigios)
Creo que no se puede decir mejor. En el caso de las obras de arte se puede aplicar perfectamente ese refrán que dice que sólo un necio confunde valor y precio. Estamos acostumbrados a leer noticias de cifras astronómicas que se llegan a pagar en subastas por cuadros, esculturas o joyas y aunque eso evidentemente es así, no es solo lo que da su auténtico valor a una obra de arte.
Qué bonito es eso de que dentro de cualquier cuadro está el alma del artista que lo pintó. Y la pérdida de uno de ellos es algo realmente irreparable. Se ha visto algo así en museos, que por falta de seguridad han sufrido un incendio y han desapraecido para siempre las obras allí expuestas ... o peor aún cuando ocurre por culpa de la mano del hombre, ese gran depredador, que en guerras se lleva por delante piezas que nunca ya podremos disfrutar en aras de un fanatismo que nadie podemos entender.
Lo que queda de todos nosotros de bueno es la belleza, como dice Victoria, en el arte, la música y la literatura. Lo que nos hace seres humanos y no simples alimañas.
Arte puede ser esta sencilla superficie de una mesa con su trabajo de trencadís...
Besos.
El pensamiento de Victoria Álvarez sobre el arte, puesto en boca de uno de sus personajes, me llena de autoafirmación y de orgullo. Sobre todo lo que se deduce de él, como muy bien pone de relieve Maravillas: si hay algo que distingue al ser humano del animal no es sólo la inteligencia, que podría convertirlo en un ordenador, en una máquina, sino la sensibilidad, o mejor aún, el sentimiento. Porque la sensibilidad nos hace apreciar lo agradable, lo placentero, pero el sentimiento, si es creador, lleva al artista a dar forma a algo que trasciende cualquier otra dimensión; y si es un sentimiento perceptivo nos lleva a cualquiera de nosotros a recrear ese proceso y a descubrir todo un universo personal o colectivo al que el pintor o el escultor ha dado forma a través de sus materiales.
Buenas noches .
Victoria .- sigo .- vive tanto todo el arte , todo lo antiguo , toda la belleza que , uno queda extasiado ante tanto buen saber .
Yo de verdad te lo digo y no me cansaré de decirlo , admiro mucho a tu hija y la admiro por la gran paciencia que tiene con todos y por la gran sabiduria en todo el tema del arte .Es un verdadero placer .
Y tiene una gran virtud y es que , cuando uno , con su libro vá para que le firme , ella , se olvida de todo y está en ese momento para esa persona , sin prisas , para ella, como un buen médico que no tiene prisas , que te mira , que te dedica el tiempo necesario.
Y eso se agradece tanto...
Por aqui el tiempo malo, malo...
Besos.
Ya lo creo que las obras de arte (sea de la índole que sean) son muchísimo más que el precio que valen. De hecho para mí no tienen precio, porque yo no me las tomo como algo material. Para mí algo material es un coche, un ordenador y ese tipo de cosas. Una obra de arte es algo muy personal que debe tener precisamente ese valor, que es muchísimo más valioso que el dinero.
A mí este tema me pilla de cerca, porque fíjate al artista que hemos tenido en mi familia. Él ya no está pero sus pinturas van a perdurar para siempre. Y en esos cuadros siempre vamos a tener su presencia bien presente. Ha dejado algo suyo en todos y cada uno de ellos.
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