LOS NIÑOS SIEMPRE DE FRENTE

Cada mañana, me levanto y voy a mi trabajo. Sobre las diez y media suelo tomar un café con leche (en vaso, no en taza) en cierta cafetería, cerca del centro y de la sede de la Junta de Castilla y León, en una rotonda de la avenida de Cantabria de Burgos. Mientras degusto ese café templado, por si hay que salir corriendo por asuntos laborales, llevo días observando algo. Frente a esa cafetería se encuentra uno de los pocos buzones de Correos; digo pocos porque, la verdad, no hay muchos en mi ciudad. Como decía, sobre esa hora, veo a una pequeña manada de minimujeres y hombres de unos seis años, pastoreados por una joven profesora de unos veinticinco. Los veo echar una carta entre todos. Me extraña esa actitud y, curioso, pregunto a la camarera y a una chica que trabaja en una mutua de accidentes laborales que también toma café. Me cuentan que esos niños y niñas lo hacen cada mañana y que esas cartas van dirigidas a colegios de La Palma. Que contienen dibujos y palabras de aliento y cariño para los niños de la isla. No sé si es verdad, quiero creerlo, pues esas cartas nunca las quemará la lava del volcán. Os quiero, chiquitines.

(Miguel Rodrigo)

Este texto pertenece a una carta de un lector a un suplemento semanal. Me gusta porque al leerla deja al descubierto la bondad y la solidaridad de verdad de unos niños hacia otros. La carta diaria no contiene dinero ni promesas de ayudas que no llegan y que si lo hacen ya será a destiempo. Niños pequeños, que apenas sabrán leer pero que saben dibujar y expresar lo que sienten de una manera más clara y directa que muchos adultos. Y lo que dice al final, son las cartas que nunca las quemará la lava del volcán.

Sé de cerca lo que están pasando en la Isla de La Palma, que no es solo lo que se ve en los telediarios, hay auténticos dramas personales y llama la atención la frase que repiten una y otra vez, que no los olvidemos. El volcán acabará de echar lava, volverá a dormirse por una temprada, que esperemos que sea larga, nos informarán menos en la tele pero allí seguirán esas familias, con sus niños, sintiéndose abandonados. Que no les demos la espalda tal y como hacen las estatuas de la Plaza de Gabriel y Galán de la que ya os puesto más de una foto. Los niños siempre van de frente, y su maestra también.

Besos.