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los transeúntes son personajes de reparto en mi historia, van de un lado a otro de la calle, entran en el kiosko, se sientan en la terraza de la cafetería y desaparecen. Pero este cuento tiene a dos protagonistas: Marcelo y Elena. Ambos viven en el edificio que tengo enfrente.
Marcelo en un primero, desconozco la letra, y Elena en el cuarto. No sé cómo se llaman en realidad, nunca he hablado con ellos, pero yo los llamo así. Marcelo es un chico moreno de unos 45 años. Cada mañana se asoma varias veces a la ventana de la cocina para fumar, así es como le conocí. Su ventana no tiene cortinas y en el marco hay dos maceteros con plantas artificiales, lo sé porque llevan meses idénticas. Fuma demasiado. Cualquier cigarro es demasiado, pero Marcelo sale a la ventana 8 o 10 veces cada mañana. Su trabajo le estresa, pero no lo sabe nadie. Ve a sus amigos de ciento en viento y prefiere no contarles sus problemas.
Elena es algo más joven, tiene un trabajo creativo y se inspira al lado de la ventana igual que yo. Las cortinas de su cuarto son amarillas y el balcón está repleto de flamantes geranios. Recoge su melena en un moño alto y cuando no está dibujando chupa el lápiz y mira por la ventana. Elena va al gimnasio martes y jueves, hace 5 meses que es vegetariana y se siente bien, pero lleva tiempo encontrándose sola. Ve a sus amigos de ciento en viento y prefiere no contarles sus problemas Marcelo no sabe que si mirara hacia arriba vería a Elena y si ella girase la cabeza hacia la izquierda, le vería a él, y tal vez se sonrieran y se gustaran.
(Isasaweis)
Mirando por la ventana se puede contemplar a las personas que tienes en la casa de enfrente y aunque no se pretenda espiar siempre se acaba reconociendo a los que allí viven, unos porque se asoman a la misma hora, como Marcelo, otros, porque hacen las mismas cosas cada día, como Elena. Si se quisiera se podría rehacer su manera de vida a poco que se sea observadr atento.
En cambio, ellos dos no parece que se conozcan, pero si el azar los pusiera en contacto nunca se sabe. Ambos están solos y separados sólo por un tramo de escalera.
Eso puede ocurrir en calles más bien estrechas, en casas no demasiado altas, pero no es el caso de las ventanas de la enorme y desangelada Torre Pelli de Sevilla.
Cualquiera es capaz de controlar las vidas que se pueden ocultar tras esos cientos de ventanas...
Besos.
Con lo que nos gusta fisgonear a los españoles... La Torre sevillana se presta mucho a ello, para quienes están dentro, por supuesto. Vista desde fuera, como que no.
Buenas noches .
Bonita la historia , me ha gustado mucho.
Y es que en realidad es la pura realidad...
Las "ventanas indiscretas" dán mucho juego y aunque no miremos directamente , la vista se nos vá y al final, como bien dices , uno ya conoce a sus vecinos y sabe , mas o menos, sus movimientos.
Y a mi me causa bastante curiosidad la cantidad de ventanas que , por la noche , están totalmente al amparo de la visión de todo el mundo .vaya ...que están sin cortinas ni visillos ...y cada vez veo más.
Sin ir más lejos ...enfrente nuestro hay dos ventanas totalmente al aire libre...se les vé cenando, viendo la Tele ...bueno...se les vé si miramos ,claro...tenemos además un toldo y eso frena ...
Mientras no se vea algo "raro" como en la ventana indiscreta o la Chica del Tren ...
Besos.
Vaya cacho torre
saludos
Te he dejado mensajitos desde el día 1 al 7 de mayo. Me he saltado un montón pero bueno... es que ahora sí que no tengo más remedio que ir a lo práctico jaja
Qué monstruosidad la Torre Pelli, aunque ya una se va acostumbrando. Aunque no podía estar en mejor lugar. Donde empieza la parte moderna de la ciudad jeje
Curioso esto de vidas que están demasiado cerca pero ajenas totalmente a lo que hace el otro.
Eso lo hace mi madre en la playa. De bajar todos los días y observar las sombrillas vecinas, ya se va aprendiendo quiénes son los padres, los abuelos, cuántos niños tienen cada uno... un entretenimiento como otro cualquiera jeje
Joaki-007Hace 33 minutos
AMeigaAyer a las 12:59
angela.6925/03/2024
eliocroca222/03/2024
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