NARANJAS AMARGAS

Los naranjos amargos están en Sevilla desde hace siglos. Se atribuye a los árabes su introducción en España, extendiéndose su cultivo por todo al-Ándalus como planta ornamental, pero también por sus usos terapéuticos y en la preparación de destilados de su azahar y de sus frutas para la elaboración de fragancias. Todos florecen en primavera —con un embriagador aroma a azahar repartido por toda la ciudad— y todos, siguiendo ese mismo ciclo, maduran con pocas semanas de diferencia, lo que genera un gran problema a los sevillanos: cómo recoger 5,7 millones de kilos de naranjas en apenas un par de meses. La recogida es manual. No se permite el 'vareo' de las copas ni otros medios que puedan producir daños en el arbolado. Tampoco es posible usar maquinaria por la variopinta fisonomía de las calzadas y la presencia de coches aparcados.

 Una parte mínima de la producción se dedica al consumo, principalmente para mermeladas con destino final en el norte de Europa, aunque también se usa para la fabricación de ginebras o concentrados semielaborados para su posterior uso como aromatizantes de helados o postres de confitería. El procedimiento por el que se consigue electricidad de las naranjas es sencillo. Se llama cogeneración: el zumo que se extrae de ellas se añade a unos lodos en unos digestores, allí fermentan —tal y como se produce en el estómago— y se generan unos gases que contienen metano. Al quemarse en un motor conectado a una biela se produce la electricidad.

(Pepe Barahona)

Uno de los mayores placeres cuando se pone un pie en Sevilla en primavera es el olor a azahar que invade la ciudad y si es un poco más avanzada la primavera el olor se transforma en naranja. Fruta por todas partes, que al madurar cae al suelo y debe recogerse pues al ser amarga no tiene la misma salida que la más dulce. Es cierto que en los países nórdicos y sobre todo en Inglaterra tienen delilidad por las mermeladas de naranja amarga, de hecho es tradicion que se mande a Buckingham Palace un cargamento de las naranjas que vienen de los jardines de los Reales Alcázares.

Lo que yo no sabía es que se pueden utilizar  para extraer electricidad a partir de la fermetación de sus gases. Al final esta energía podría servir para hacer funcionar los autobuses de Sevilla. Dos soluciones para un mismo problema: acabar con la superproducción y ahorro económico de combustible. Y se me ocurre que como mano de obra se podría utilizar a muchos jovencitos ninis, que ni estudian ni trabajan y que se entretienen por ahí destrozando las ciudades y saqueando negocios de honrados ciudadanos. Una buena manera de doblar el lomo.

Besos.