NO ME LO QUITO DE LA CABEZA

¿Por qué nos despertamos con una canción infame que voluntariamente nunca escucharíamos y ahora ahí está martilleándonos el cerebro como si no hubiera un mañana? ¿Por qué a veces en vez de una canción es una frase la que se repite? Con este último suceso, me he levantado hoy, con un puñado de palabras que no sé de dónde han salido ni dónde las puedo haber leído o escuchado antes porque estoy segura de que a mí no se me han ocurrido: «Quisiera reencarnarme en un choque de trenes». Sí, así tal cual. Haciendo el primer café de la mañana, he oído esas palabras resonar en mi cabeza y me he dicho a mí misma: «¿Qué?». Leo que a veces estas ideas recurrentes, aparentemente sin sentido, aparecen en el cerebro para avisarnos de posibles eventos que van a aparecer en nuestro horizonte, pero que no debemos tomarlos literalmente, que muchas veces encierran un código o una metáfora que tenemos que espabilarnos en interpretar.

No consigo deshacerme de esas palabras por más que intento pensar en otra cosa, escribir, comprar puerros para hacer un caldo, escuchar Rigoletto, llamar al consultorio de un médico para pedir hora. Sé que en la corteza auditiva del cerebro existe una zona donde se graban las canciones y las palabras y los poemas, no necesariamente los que más nos gustan, y que a veces esa parte entra en una especie de bucle, devolviéndonos cosas que apenas nos habían impresionado conscientemente. 

(Isabel Coixet)

Yo creo que esto nos ha pasado a todos y más de una vez. Ya no sólo es esa horrible canción la que te resuena en el cerebro en bucle y que no eres capaz de dejar de canturrear por más que lo intentas, son frases y palabras que te vienen  a la cabeza sin saber por qué. El cerebro es como un disco duro en el que queda todo grabado unas veces de manera más profunda que otras y salen a relucir a su antojo frases y expresiones extrañas, algo que no eres consciente de haber escuchado. 

A mí me ocurre mucho últimamente porque me me duermo a veces con la radio conectada a mi oido con un auricular y en más de una ocasión he registrado de manera inconsciente lo que creía no oir por estar dormida. Incluso llegué a soñar con que el locutor me lo estaba diciendo a mi sola de manera presencial. Al final del artículo, Coixet consigue saber de dónde le viene esa frase: aparecía en una novela que estaba leyendo cuando se quedó dormida ... algo tan delirante como esta escena de un pasacalles de ayer. Como de pesadilla.

Besos.