NUESTROS FANTASMAS

Tal vez somos nosotros los que creamos a nuestros fantasmas, Lia. Son nuestra peor parte y por eso no podemos escapar de ellos... porque no podemos escapar de nosotros mismos. Si hubiera un fantasma en Monjoie, sería mi madre. Y si se ha quedado aquí, con nosotros, podría decirme qué nos ocurre después de morir. Estaría mucho más tranquila sabiendo que cuando todo acabe la tendré a mi lado. Así no tendríamos que marcharnos nunca de esta casa; seríamos como dos sombras haciéndose compañía la una a la otra.

¿Sabe qué escribió papá una vez en uno de sus libros? Que el problema es que ellos sí creen en nosotros. No podemos escapar de nuestros fantasmas, señorita Baudin. Nadie conseguirá hacerlo nunca, ni siquiera usted.

(Victoria Álvarez: La costa de Alabastro)

En vísperas de la festividad de Todos los Santos y de los difuntos queda muy a propósito hablar de los fantasmas. Mejor siempre que eñ jolgorio de las calabazas pintadas y muertos vivientes de Halloween. Como todos sabéis soy una firme defensora de nuestras tradiciones y entre ellas, como no puede ser de otra manera, del Tenorio. Pero Don Juan tendrá que esperar unos días todavía.

El tema de los fantasmas es recurrente desde siempre, no son muertos vivientes ni zombis, son espíritus incorpóreos que se quedan a veces entre nosotros y nos acompañan en nuestro camino. Como dicen estas líneas de esta novela de Victoria, una de mis preferidas, cada uno de nosotros tenemos nuestros propios fantasmas de los que nuenca podemos escapar y sobre todo que el problema no es si creemos en ellos, porque son ellos quienes creen en nosotros. ESte fin de semana Victoria estará en Sevilla en la Feria del libro, por donde seguro que se pasea más de un fantasma. Seguro que en esta sala del Parador de Monforte hay más de uno, quizá reflejado en un espejpo. Habrá que fijarse bien.

Besos.