PEDIR DISCULPAS

Ingenuamente pensé que a estas alturas tendría todo mucho más claro: me equivoqué. Una de las cosas que considero importantes (y que, por desgracia, no aplico lo suficiente) es no demorarse demasiado en pedir disculpas o perdón cuando has hecho daño a alguien. Y añado a esto: da igual si no querías herir; da igual si has sido malinterpretado; si a alguien le ha herido algo que hayas dicho o hecho. No tardes en decir que lo sientes. Si me apuras, hasta da lo mismo que no lo sientas. Creo que muchos conflictos podrían evitarse si el tiempo de reacción de las personas al tragarse el orgullo se acortara. Que tragarse el orgullo no es indigesto, sino pragmático.

(Isabel Coixet)

De vez en cuando está bien pararse a pensar lo que hemos conseguido en la vida, lo que hemos aprendido  en general, qué queremos, qué no queremos, qué podemos todavía cambiar, qué conviene que recordemos y qué que olvidemos ya que nos ocupa sitio innecesario en el disco duro de nuestra cerebro. Y ya lo creo que es un ejercicio saludable. Y además como dice Coixet, algo importante y que no siempre hacemos es pedir disculpas cuando tengamos la idea de que hayamos podido herir a alguien con o sin voluntad de hacerlo. Porque si estas cosas se van dejando llega un momento en el que ya no tienen razón de ser y se quedan como enquistadas para siempre.

Disculparse no siempre significa que estás equivocado y que la otra persona tiene razón. Simplemente significa que valoras más tu relación que tu ego. Rescato esta frase de Margaret Lee que me parece muy adecuada: "Una disculpa es un perfume encantador; puede transformar el momento más torpe en un regalo lleno de gracia".  Y si se hace con una rosa como la de la foto, mejor que mejor.

Besos.