QUITAR EL POLVO

 Cuando todavía sabíamos muy poco sobre el covid y su forma de propagación, mucha gente comenzó a obsesionarse con desinfectarlo todo. Incluso si solo salías de casa para ir al supermercado, al volver echabas la ropa a la lavadora, te duchabas y le pasabas un trapo con lejía a los cartones de leche. Ahora sabemos que es un virus que se transmite principalmente por vía respiratoria, pero en su momento aquellas acciones no parecían tan exageradas si pensamos que al mismo tiempo había operarios fumigando las calles. Quizá como consecuencia de esas distópicas imágenes, alguien debió pensar que si el coronavirus podía sobrevivir en el suelo, lo íbamos a traer hasta la cocina con nuestras propias pisadas.

Es un hecho que las casas antiguas acumulan más elementos nocivos. En general, el polvo en estos domicilios tiene niveles más altos de casi todos los metales, probablemente, porque acumulan más pintura descascarada y otros productos químicos, como tratamientos de plagas. Fumar es otro factor que incrementa las partículas nocivas del polvo de los hogares, y los hogares que tienen jardín también se encuentran entre los más contaminados. Parece evidente que al entrar y salir de forma habitual nuestros pies arrastran esa suciedad cargada de elementos no deseables, pero en realidad gran parte del polvo está relacionado con los propios seres vivos. Los habitantes humanos y las mascotas vamos dejando piel y pelo. En otros casos, tiene que ver con el deterioro de muebles o paredes. Entonces, ¿qué cantidad entra directamente de fuera? Los investigadores calculan que un tercio, y por eso se muestran favorables a dejar los zapatos fuera. 

(José Pichel)

Cada día cuando pasamos la mopa o el plumero en nuestras casas nos preguntamos, yo al menos, que de donde sale a diario tanto polvo e incluso pelusas que, si no vas al día, pueden aparecer debajo de una cama. Por lo que se ve, esas partículas de polvo entran a las casas desde el exterior o por el aire o por nosotros mismos a través de nuestro calzado, pero es muy curioso el hecho de saber que somos nosotros, los seres vivos quienes vamos dejando piel y pelo por los rincones y sobre los objetos. Otras veces es la propia casa la que produce esas partículas nocivas, con restos de pintura descascarillada, humos de tabaco despositados en cortinas y muebles, además de la cantidad de productos químicos que guardamos, ya en la cocina o en los baños.

Pero mejor es no pensar en ello porque, a fuerza de ser tan escrupulosos, lo único que conseguimos es ser muy delicaditos y proclives a cogernos de todo. Lo contrario a lo que decíamos antes de "ser desdolidos". Es un hecho probado que el exceso de higiene de la vida moderna ha desentrenado a nuestro sistema inmunitario y ha incrementado problemas como las alergias. No quiero pensar en el polvo que se acumula en tallas de arte, lo difícil que es luego quitarlo, como en este medallón del paso del Gran Poder sevillano.

Besos.