Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!
(Oliverio Girondo)
Tengo yo una compañera a la que creo que nunca he visto llorar en las casi cuatro décadas que hace que la conozco. Siempre asegura eso de que hay que venir de casa llorada. Me parece un ejercicio de contención muy severo porque, por mucha presencia de ánimo que se tenga, a veces las emociones son más fuertes que nosotros y los ojos se llenan de lágrimas. Y no estoy hablando sólo de llorar de pena, por un disgusto o llorar de rabia, que también puede ser. Se puede llorar de alegría, de emoción, de satisfacción, de gratitud.
Para muestra un botón, el catálogo que nos ofrece Girondo en este poema suyo tan curioso, en esa línea propia tan hiperbólica, tan exagerada. Llorar de muchas formas y por muchos motivos. Llorar a mares o soltar ríos de lágrimas... aunque nunca intentar competir con el Guadalquivir a su paso por Sevilla.
Besos.
Siempre he pensado que el llanto es un mecanismo natural bellísimo, por mucho que los convencionalismos sociales intenten disimularlo, en las mujeres y, sobre todo, en los hombres. Y que si los sentimientos son una de las cosas que nos distinguen de los brutos, de los nobles brutos, no deben encorsetarse ni amordazarse.
Buenas noches .
Me vas a permitir que no comente nada de tu acto , que como siempre , faltaria mas , es muy interesante .
Pero...despues de estar casi dos horas deleitándome con Victoria, con sus respuestas a las preguntas , con sus comentarios de sus libros , con ese saber estar y ver que vive esta profesión con tantísimo entusiasmo y ver que , pone tanto entusiasmo en todo ...¿como voy a comentar nada mas ?-
Impresionante ..no tengo palabras y te prometo que no es peloteo , pero es que es una gozada oirla y verla rodead de sus fans ...
Y bueno...sus libros que son otra gozada ...y me ha firmado las Eternas ¡¡¡¡
Y no me ha importado la lluvia , el trafico ni nada , te lo digo de corazón .-
Besos.
¡Hola!
"Las lágrimas derramadas son amargas, pero más amargas son las que no se derraman" (Proverbio irlandés).
Cierto que hay que salir de casa con un buen montón de cosas hechas, pero en ocasiones hay que dejar que las emociones afloren y se manifiesten. La pura represión no es siempre el camino acertado.
Saludos
Yo cuando era más joven era de lágrima más fácil, con el tiempo me he ido endureciendo en ese sentido. Y he de reconocer que no es bueno, porque a veces estás mal por el motivo que sea y el llorar sirve de desahogo y cuando te hartas de llorar luego te sientes mucho mejor.
Un amigo mío hace muchísimos años me dijo: "Nunca dejes que los demás te vean en tus peores momentos". Y se ve que me lo tomé demasiado en serio. La verdad es que para mis cosas soy bastante reservada y ciertas cosas me gusta dejarlas para la intimidad de mi casa.
Joaki-007Hoy a las 11:21
mandarina1981Hoy a las 07:52
astur_82Ayer a las 23:19
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