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Los placeres de la mesa no radican solo en la recompensa fisiológica del gusto ni en la placentera sensación de calmar el hambre y acallar al estómago que ruge. Los alimentos y sus combinaciones ejercen a menudo de interruptores emocionales y, a través del olfato o el paladar, abren las puertas a los recuerdos y las sensaciones más profundas. Ahí reside su magia. Un olor puede ralentizarnos literalmente el ritmo cardiaco por asociación o evocación. Nos calma porque nos transporta de vuelta a la cocina de la infancia y revive la sonrisa cómplice de la madre que nos prepara un postre casi como si fuera una travesura.
La gastronomía es una actividad humana que explora a fondo -sin ser consciente casi nunca- los diversos planos y realidades que conforman el ser humano: la bioquímica y la memoria, la cultura y hasta los sentimientos de pertenencia. Hay pocas experiencias en las que una acción tan básica como depositar una porción de alimento en la boca desencadene tantos mecanismos de nuestro ‘yo’ más íntimo. Conozco a una persona para la que morder una hamburguesa de una marca concreta equivale a revivir el sabor del primer beso. Otra bastante tranquila a la que una butifarra dulce hervida le ‘estela’ el corazón y se pone secesionista. ¿No les parece una suerte poder volver a evocar con cada comida, hasta tres veces al día, grandes momentos de nuestra vida o aventurarse en otros mundos con un menú al gusto y buena compañía?
(Benjamín Lana)
Dicen que nada hay más evocador, nada que nos traiga recuerdos de lugares y de personas que un olor. Cierto, pero si ese aroma es de un plato preparado para una ocasión, eso nos traslada directamente a ese otro momento en que nuestro olfato lo detectó y lo fijó para siempre en nuestra memoria.
Ahora que la gastronomía está de moda, que los cocineros que se llaman chefs están hasta en la sopa y escribo adrede la comparación, hemos aprendido a entender que cuando metemos algo en la boca se producen fusiones, explosiones de sabores más o menos distinguibles. En este momento en que, en mi opinión, el tema y la profesión están un tanto sobrevalorados, me quedo con el poder "incantatoire" de un plato y lo diferente que resulta para una persona y para otra. A mí comer una hamburguesa nunca me haría revivir el sabor del primer beso ni una butifarra me hace secesionista. Pero sí una paella me trae aires marinos y una crêpe de jamón y queso me lleva de volandas a Montmartre...
Y este plato, me reuerda una reciente comida en pareja, muy felices ambos. Os desafío a que me digáis qué es... habrá mañana una recompensa.
Besos.
Pues no sé por qué, pero a mí los sabores que me resultan evocadores son los de la cocina tradicional, y no porque traigan recuerdos de épocas pasadas, sino porque son los que de verdad me gustan. La cocina actual, y no digamos la que apunta a un futuro inmediato, puede ser muy interesante en teoría, pero a mí no me resulta nada atractiva.
Buenas noches .
Esos olores y esos sabores que nos tren recuerdos ...mira yo en el colegio , fijate si hace años , me quedaba a comer y , la comida la hacian alli, no era preparada ni nada de eso.Claro, por aquel entonces tampoco habia empresas de estas de catering. Bien , a la hora de comer todo el colegio o parte de él, olia a sopa ...¡¡y que rica estaba ¡¡¡ yo creo que nunca mas he comido sopa tan buena .
Pues mira , aun asi , muchas veces en algun restaurante o en algun hotel , me ha venido ese olor y desde luego , me ha venido a la mente mi colegio ( Salesianos)
Como la mermelada ...nos daban de postre y como a nadie le gustaba , me la daban a mi y ahora a la mermelada me trae recuerdos de la infancia ...
La paella no se poqrue me trae recuerdos de Sitges...
Espero hayas pasado un buen dia festivo, pese al calor ...que aqui no veas tambien ...
Besos.
Yo estoy con eliocroca2 , una vez ma´s. A mi que me den cocina tradicional...estas cosas "raras" no me van mucho...
y esto que has puesto...ni idea ...diria que un helado , pero claro, vá a ser que no...
¿Manzana al horno con crema de naranja ?
Ni idea ...igual hasta es pollo...
Que buena pinta
saludos
¡Hola!
Bueno, reo que entre el artículo de Benjamín Lana y tu comentario está prácticamente todo dicho. La verdad es que nunca me he puesto a reflexionar sobre las evocaciones de los distintos sabores (los sabores están íntimamente ligados con los olores). Yo creo que cada uno recordamos aquellos platos de nuestras madres con especial cariño.
En mi caso, por ejemplo, mi madre preparaba cada Navidad "faseures" a modo de grandes pelotas de cocido con sangre oriundas de su tierra de Monóvar. Nunca nos enseñó a hacerlos y no dejó nada escrito. Pero las pasadas navidades mi hermana y yo nos pusimos manos a la cocina para intentar conseguirlas. Y creo que nos aproximamos mucho. Era un sabor guardado en la memoria.
Saludos.
Ay... esas recetas familiares que se pierden por no dejar constancia en ningún sitio... eso en mi familia no pasa, que los cuadernitos con recetas rulan que no veas jeje
Pues sí, hay platos que te pueden traer recuerdos. Hablando de crêpes, con ellas no puedo más que acordarme de mis vacaciones en Francia los dos veranos que fuimos cuando era pequeña. Con el cuscús me pasa más o menos lo mismo porque a mi tío le encantaba. De hecho yo juraría que lo descubrimos por él.
Y bueno, está claro que cualquier plato de mi casa me transporta a nuestros almuerzos de pequeños cuando volvíamos del colegio y estaba toda la familia reunida. No siempre pasaba porque mi madre antes trabajaba de tarde y prácticamente ya se había ido cuando nosotros llegábamos a casa.
Y bueno, nuestra tortillita francesa, típica en las cenas...
En fin, podría ponerte muchos ejemplos, peeero, me llevaría aquí hasta las uvas xD
Joaki-007Hoy a las 19:25
angela.69Hoy a las 11:36
eliocroca2Ayer a las 22:17
gkaneAyer a las 20:09
corremundosAyer a las 19:25