En el Museo del Reloj en Columbia, Pensilvania (EE UU), un hombre muy interesado en una de las piezas, un curioso reloj, y aunque había una advertencia clara de ‘no tocar’, no se pudo resistir y quiso investigar por su cuenta. ¡¡¡Craso error!!!
Tras palpar y manosear repetidas veces el objeto, que llevaba tranquilamente colgado en la pared más de dos décadas, el mecanismo no pudo soportar la presión y cayó al suelo como un castillo de naipes, rompiéndose en pedazos. Mientras, el culpable ponía pies en polvorosa con la esperanza de que nadie se diera cuenta. ¡¡¡Qué te crees tú eso!!!
“Al publicar el vídeo no tratamos avergonzar a nadie“, afirmó el director del museo. “No queremos que las personas se sientan mal o perseguidos. Cuando se visita un museo hay que seguir las reglas del juego, si en los carteles pone ‘no tocar’ es por algo“, añadió. Aunque parezca mentira, tras el destrozo de una pieza histórica, la institución no presentó cargos contra el turista, ni hizo público su nombre y ni el de la mujer que lo acompañaba. “Afortunadamente el reloj se puede reparar, así que no es el fin del mundo“, comentó entre sonrisas el director.
(El blog del Becario)
Mira que tenemos manía de tocar las cosas. En las tiendas, en las exposiciones, en los museos. Y aunque tengamos delante el cartel que lo prohíbe taxativamente, ahí vamos a comprobar por el tacto cómo es el objeto en cuestión.
Y a veces pasa lo que pasa. Hace poco, un niño también rompió algo en un museo ante la indiferencia de sus padres y antiguamente alguna que otra señora pudibunda rayó un cuadro con la punta de un paraguas al considerarlo indecoroso.
Lo peor de esta noticia es que el que se cargó el reloj saló pitando creyendo que nadie lo vería, pero no contaba con las cámaras de seguridad. Ni con la generosidad del director del museo...
Como si se nos ocurre toquetear este jarrón del Palacio de las Dueñas en Sevilla. Se mira pero no se toca.
Besos.
Un alumno de mi Instituto hizo algo peor: en cierta visita al Museo Nacional de Escultura de Valladolid (entonces se llamaba así) todo su afán era meter el dedo en la boca del Cristo yacente de Gregorio Fernández, supongo que inducido por los dientes de marfil que ostenta la imagen. El rapapolvo fue mayúsculo, como cabe suponer, porque el mozo acabó saliéndose con la suya.
Buenas tardes-Bona tarda .
Madre mia que belleza de jarrón ...me he pasado un buen rato mirándolo pues es ...precioso.Que colorido y que finura ...me encanta .
Y desde luego a quien se le ocurriera tocarlo es para no se que hacerle.
Mucha mania tiene la gente de tocar lo que no se tiene que tocar , aunque no pongan letreros.
Y digo "tienen" pues yo desde luego soy incapaz.
Y los niños , si tocan algo, no es culpa de ellos...es de los padres.
Espero hayais pasado un dia maravilloso.No lo dudo.
Besos.
¡Hola!
Evidentemente hay que ser tonto (me salía otro adjetivo más grosero) para ponerse a tocar una pieza, sobre todo cuando expresamente se advierte la prohibición de hacerlo.
Otra cosa es que nuestros museos son excesivamente visuales. Hace unas fechas con ocasión de La Noche de los Museos, se nos pedía en un taller que hago en una biblioteca pública, que describiéramos el Museo que nosotros montaríamos. Y yo abogué por un Museo de los Sentidos, con salas dedicadas a cada uno de ellos, donde se pudiera oler, tocar, oir, degustar ......
Que tengas buen domingo. Besos.
Te he dejado un mensaje en la actualización de los perros y de los gatos. La del día 1 creo que es, ya leeré estas dos últimas más tranquilamente en otro momento.
Un beso, ya despidiendo el domingo....
Yo lo que veo muy descarado es ponerse a tocar algo que está colgado, y encima para ello tiene que descolgarlo... mucha tela es eso ya.
Y sí, además, somos como niños chicos. Recuerdo que fuimos al piso de mis padres de la playa, una amiga y un par de amigos. Bueno, pues nada más que solté mi cacharrito para las lentillas en una repisa del mueble del salón, lo primero que les dije es que no tocaran nada.
Pues al momento diciéndome... "Bea, que no sabemos si se han caído y tal y cual". No sólo estaban tocando, si no que lo abrieron y todo. Menos mal que no cayeron y fue un mal menor. Ya sé que eso no era ninguna obra de arte, pero la cuestión es el hecho de decir que no se toque, y que baste decir esas palabras para hacer todo lo contrario. Yo creo que si no se dijera nada, lo mismo la gente sentiría menos tentación.
El morbo de lo prohibido xD
Y sí, bonito jarrón.
Joaki-007Hace una hora
NaiaraDelkoAyer a las 23:31
astur_82Ayer a las 23:22
eliocroca2Ayer a las 22:13
Ayer a las 16:47
