SUSPENSOS EN CONVIVENCIA

La crispación en la política lejos de ser un episodio puntual  tiene un reflejo en la calle y en los comportamientos de la gente. La fotografía de la realidad española que sale analizando esos valores y factores con respecto a indicadores transversales, como la aceptación de la diversidad, la tolerancia, el respeto, la cultura medioambiental, las relaciones intergeneracionales o la identidad de género, nos da para un aprobado raspado, pero con muchos déficits. En un momento marcado por la fuerte polarización, existente también a nivel global, esta cultura del encuentro "resulta más necesaria que nunca". Esta cultura es diálogo, es reconocimiento del otro, es tolerancia, es honestidad, es recepción de la diversidad y aceptación del otro y de sus distintos puntos de vista… Y estamos viendo que, en la política, casi ninguno de estos factores variables o prácticas, son especialmente consistentes: no hay un respeto al otro, no hay un diálogo entrecruzado y, evidentemente, en la política, pero también en el mundo de lo religioso y lo económico, estamos en un mundo tremendamente polarizado. A veces decimos que tenemos la política que tenemos porque los ciudadanos somos como somos, pero también es verdad que, porque tenemos la política que tenemos, los ciudadanos somos como somos.

Por eso, lo preocupante no es que existan elementos polares, sino que hayamos roto las institucionalizaciones que hacían de puente. Por eso hay que recrear las instituciones como lugar de encuentro… Porque ese es el espacio donde se pueden poner en común las personas que vienen de los extremos.

(José Lorenzo)

Yo creo que no hace falta ningún estudio sociológico para darnos cuenta de lo que es una evidencia. La crispación y la intolerancia están a la orden del día. No sé si los espectáculos que vemos en la política son el reflejo de lo que es nuestra sociedad o más bien al contrario. En la calle se ve a la gente enfadada, nadie quiere ceder en sus ideas y en sus puestos, incluso a nivel de convivencia diaria. Hay que tratar de tender puentes y buscar algo que nos iguale, en lo que estemos de acuerdo, que seguro que lo habrá. Los extremos no son buenos para nada y mientras no seamos tolerantes unos con otros, no podremos encontranos en el punto medio. En lo que llaman en estas líneas, la cultura del encuentro. 

Pero me temo que no somos tan tolerantes como creemos. Sigamos el consejo de Cicerón: "Nada resulta más atractivo en un hombre que su cortesía, su paciencia y su tolerancia". Cualquiera de los abetos de la foto tiene su encanto, no es cuestión de ponernos a discutir sobre cuál es el mejor. Mientras tanto, suspensos en convivencia.

Besos.