¿Te ha sucedido que, en ocasiones, te levantas con el pie izquierdo y todo te molesta? ¿Has percibido alguna vez que los demás son superficiales y estúpidos? ¿Te has sentido un bicho raro por odiar a la humanidad? ¿Quieres, como Mafalda "que paren el mundo que me quiero bajar"? Si has respondido que sí a alguna de estas preguntas no te preocupes, la explicación más probable es que seas víctima del estrés, del cansancio o de la sensación de no ser entendido.

"Caer mal o bien" es una actitud que sirve para regular la proximidad que estamos dispuestos a permitir a los otros seres humanos. Es algo intuitivo, una sensación basada en detalles tan ínfimos como la ropa que llevan, cómo hablan o sustentada en prejuicios tan serios como su género, su color de la piel o su credo. El cerebro avisa desde lo más profundo del sistema límbico: la amígdala se activa porque alguien le da mala espina.

El problema surge cuando juzgar a nuestros semejantes como personas que no merecen la pena dura demasiado tiempo y se convierte en un hábito. En estas situaciones el hecho de que te caigan mal los demás puede ocultar el temor a ser rechazado y, como mecanismo de compensación, uno mismo rechaza previamente.

(Isabel Serrano)

Para mí, como para muchos de vosotros, el hecho de que alguien me caiga bien o mal es todo un misterio. Tienes claro que es así pero no sabrías asegurar cuál es el motivo. Y suele ser instantáneo, a primera vista, como el amor o el odio, se instala en nosotros y ya está, nada que hacer. Nos puede caer mal por presuntuoso, presumido, prepotente, o por ser el típico gracioso que acapara la conversación; también la respuesta pueda encontrarse en el hecho de que físicamente tengamos un prejuicio hacia su apariencia, o algo en esa persona nos haga desconfiar. Y ya no somos capaces de darle una oportunidad aunque sólo sea para dejarse conocer de verdad.

Pero es verdad que eso va por días. Nos levantamos con algo cruzado y estamos dispuestos a ver sólo lo negativo de los demás, lo malo es cuando se hace crónico, eso ya puede ser un problema nuestro que tendremos que mirarnos. ¿Seremos misántropos?

Puestos así hasta nos puede caer mal el señor de la escalera. Pero que él no se caiga.

Besos.