UN VERANO MÁS

 Pase de mí el cáliz de la política, rezo cada mañana al despertar. Es mi oración preferida. A estas alturas del siglo no pienso invertir un verano más haciendo cábalas sobre lo que nos deparan las elecciones.

Desde que cumplí la mayoría de edad, siempre me hago la misma pregunta: ¿cuántos veranos me quedan? (de vida, se entiende). No parece una pregunta sensata, pero es lo que hay. Antes, los poetas no contaban los años por veranos sino por primaveras. Y así, de las muchachas en flor se decía que cumplían 15 primaveras, o 17, o todo lo más, 21.

Yo cuento los veranos con los dedos. Me gusta el calor, me gusta la vida al aire libre, las parejas que se enroscan sobre la hierba de los parques, los perros recostados a la sombra de la tarde. También me gusta la música que tocan las bandas de los pueblos, y la que escuchamos a través del pinganillo en la oreja, así es como llega al cuerpo y lo estremece de arriba abajo.

(Carmen Rigalt)

Esto que dice Carmen Rigalt es algo muy normal en personas ya de edad que han tenido una rutina a lo largo de su vida en lo de pasar los veranos de una manera determinada, en un lugar determinado. Cuando se ha acudido siempre al mismo lugar coincidiendo con las mismas personas cada año, siempre al terminar esos días nos damos cita hasta el año que viene. Parece que fuera mucho tiempo por delante, pero se pasa enseguida.

Yo, de momento no contemplo la posibilidad de hacer la resta que cuanto queda, más bien al revés, la hago y paso revista a todos los veranos que llevo, de los cambios que van teniemdo lugar en mi vida, de las personas que se van uniendo a nosotros mejor que pensar en las que ya no están.

El mar es siempre el mismo, nosotros y nuestras circunstancias ya no, pero no tienen que ser peores, al contrario. Disfrutemos un verano más y todos los que venganpor añadidura, que serán un regalo que la vida nos hace.

Besos.