UNA DE APELLIDOS

Lo que actualmente nosotros conocemos y denominamos como ‘apellido’, en la Antigua Roma lo llamaban ‘cognomen’, que venía a significar ‘sobrenombre’ y que era el modo con el que se distinguía a las diferentes familias en aquella época y podía conocerse a cuál pertenecía cada individuo. La utilización del apellido se generalizó a partir de que la burguesía, artesanos y personas que habían prosperado, tuvieron acceso a bienes inmuebles y, por tanto, tenían que generar alguna documentación que acreditase su propiedad, por lo que empezó a colocarse en documentos acreditativos los motes o sobrenombres familiares de cada individuo con el que se les identificaba mucho mejor.

Y es que el vocablo ‘apellido’ proviene del latín ‘appellitare’ (que significaba literalmente ‘nombrar con frecuencia’) y este provenía a su vez de ‘appellare’ (nombrar, llamar a alguien… y de ahí surgió también ‘apelar’). El acto de ‘apelar’ (llamar) a alguien para que se incorporara en el ejército (tras entrar el territorio o reino en una guerra) es lo que popularizó el término ‘apellido’, debido a que cuando era llamado se le localizaba, en la mayoría de ocasiones, por el apelativo o sobrenombre familiar, de ahí que éste acabase siendo conocido de ese modo.

(Alfred López)

Los italianos lo llaman cognome y los franceses Nom de famille, porque es lo que distingue y caracteriza a los miembros de una misma familia. En cambio, en español se impuso lo de Apellido, que como muy bien explica López, tiene que ver con lo de apelar, es decir, llamar a alguien, con un sobre nombre o un apelativo que vemos que viene a ser lo mismo.

Hay apellidos que tienen que ver con el lugar de origen. Valencia, Salamanca, Barcelona, Soria, Segovia, o con los de los que provienen de allí, como Navarro, Sevillano; otros quizá provengan de antiguos motes que la familia lleva arrastrando generación tras generación, como Gordo, Delgado, Bajo... hay de todo y para todos.

Se lo dedico a nuestro amigo Fernando (Corremundos) que anda precisamente estos días indagando sobre el origen del suyo, que además de denominar una habitación de una casa está presente como topónimo en varias localidades españolas.

Luego están algunas ciudades que llevan el nombre de personajes conocidos o de animales, como es el caso de Berna, en Suiza. Bern significa Oso en alemán. Ahí lo tenemos como emblema de la ciudad.

Besos.