Cuando me encontraba en el último año en la universidad, trabajaba como ayudante
residente en uno de los dormitorios estudiantiles. A veces, un amigo se quedaba
en mi habitación cuando venía a visitar a su enamorada.
Uno de esos fines de semana, él empezó a hablar de su padre, quien había
fallecido unos años antes. Mientras mirábamos por la ventana, él me contó de un
verano, años atrás, que él había pasado lejos de su
familia. Extrañándolos mucho, una noche los llamó por teléfono. Su padre lo
sintió deprimido, así que le dijo que mirara por la
ventana.
"Hijo, ¿ves la luna?"
"Sí, papá, la veo"
"Hijo, esa es la misma luna que yo estoy viendo"
Mi amigo calló por un momento. "Aunque no podíamos vernos las caras, yo sabía
que ambos estábamos mirando lo mismo: la luna".
Por primera vez empecé a notar la belleza de la luna. Y también comencé a darme
cuenta cómo un Dios puede estar conmigo y contigo, sin importar dónde estemos.
Este mundo es un lugar enorme y donde es fácil perderse. También es fácil
encontrarse.
¿O has olvidado que nuestro Creador conoce a sus criaturas?. Y tú eres de las
que Él más quiere.
- Andrew O. Brewster, Dayton, Ohio
A le gusta esto � El 28/09/2012 a las 04:16
A le gusta esto � El 09/02/2013 a las 07:44
A le gusta esto � El 18/02/2013 a las 09:18