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Estaba deseando sentirte a mi alrededor,
sentir tus manos calientes, en mi piel,
tu respiración en mi nuca,
tu sentir en mi alma,
Te recuerdo, al principio,
en invierno todavía.
¡Qué pena y qué dolor me cuesta este recuerdo!
No había llegado la mentira a ensombrecer nada.
Es un decir.
Tendrías que ver cómo se me deshoja el corazón
cuando alguien me pregunta por ti
y tengo que decir que te has marchado.
Tendrías que ver mis ojos impotentes
y mis manos escondidas, vergonzosas,
y mi pecho, latiendo, lastimosamente,
acelerado.