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La Flor de Ceibo
Anahí era la india más fea de una tribu guerrera e indomable, pero tenía una bellísima voz. Su humilde choza se hallaba a orillas del Paraná. Cayó prisionera en una incursión de tribus rivales, siendo condenada a morir quemada en una hoguera, por haber matado al centinela que la custodiaba. La sentencia se cumplió, viéndose a Anahí surgiendo de entre las llamas rojizas, agitarse su cuerpo y el árbol y élla transfigurarse súbitamente. Las primeras claridades del alba alumbraron la flor del ceibo, que encarnaba el alma de la india y la de su tribu, desaparecida como tantas otras.
Es la flor triste y solitaria de la veneración y en su forma viva palpita una oculta ternura.
El alma de Anahí, la reina fea de la dulce voz, se anida en la flor del ceibo.