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Toda Su Gloria
A Él Toda La Gloria
Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos.
La salvación, asimismo como todo lo que ocurre en la creación, es sólo para la gloria de Dios. Esta enseñanza es en contraposición a cualquier otra doctrina que enseñe o permita que algún ser, aparte de Dios, pueda recibir la gloria.
No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,
El propósito de la salvación que recibimos es glorificar a Dios; poner de manifiesto las excelencias o virtudes de su carácter.
Yo soy el Señor, ése es mi nombre; mi gloria a otro no daré, ni mi alabanza a imágenes talladas.
El celo del Señor por su verdadera gloria se expresará principalmente en el resplandor de Su luz por todo el mundo. El evangelio naturalmente nos lleva a declarar: ¡Soli Deo gloria! La gloria le pertenece exclusivamente a Dios, ya que Su Palabra es la máxima autoridad, Su salvación es solo por gracia por medio de la fe y Su redención en Cristo es la única manera de llegar al Padre. Por lo tanto, solo nos queda concluir: ¡la gloria debe ser exclusivamente para Dios!
La Reforma recuperó la enseñanza bíblica de la soberanía de Dios sobre todos los aspectos de la vida del creyente. Toda la vida deberá ser vivida para la gloria de Dios. Este gran y apasionado propósito fue enfatizado por quienes en los siglos XVI y XVII buscaban reformar a la iglesia de acuerdo a la Palabra de Dios; vieron que toda la vida debe ser vivida bajo el Señorío de Cristo.
Cada actividad del cristiano ha de ser santificada para la gloria de Dios.
Como la Escritura dice,
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
El amor de Dios debe impregnar nuestras vidas, de tal forma que todo lo que hagamos sea para Su gloria, para complacerle y honrarle. Este es el gran fin de toda verdadera creencia, y nos sirve de dirección cuando no hay reglas expresas.
¿Cómo es glorificado Dios cuando usamos nuestros talentos? Cuando consideramos seriamente que ninguno de ellos son para nuestra exclusiva complacencia, sino que los usamos como el Señor indica, para ayudar a los demás; ellos verán a Jesucristo en nosotros y lo alabarán por la ayuda que reciban.