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Ley de Gracia.

Su Palabra

Vivir y Obedecer

¿Qué demanda la ley de Dios?

Obediencia personal, perfecta, y perpetua; que amemos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente, y con todas nuestras fuerzas; y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Nunca debemos hacer lo que Dios prohíbe, y siempre debemos hacer lo que Él ordena.


Mateo 22:36: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?
Mateo 22:37: Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.

Mateo 22:38:Este es el primero y grande mandamiento.

Mateo 22:39: Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Mateo 22:40: De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

Cuando preguntamos: “¿Qué exige la ley de Dios?”, la respuesta corta es obediencia perfecta. Ahora, eso suena desalentador, pero debemos entender el contexto en el que la ley fue dada. Fue dada en el contexto de la gracia, la iniciativa salvadora de Dios. Cuando Dios rescató a Israel de Egipto y los condujo al Sinaí, declaró: “Si ahora ustedes me son del todo obedientes, y cumplen Mi pacto”, después les dijo entonces que Él sería su Dios y ellos Su pueblo. Así que el contexto de la ley es la iniciativa salvadora de Dios. La obediencia perfecta que la ley demanda es una respuesta a la iniciativa salvadora de Dios, y se trata de una devoción incondicional.

La forma en que el Antiguo Testamento lo declara es: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas”.

Deuteronomio 6:5: amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.


El contexto de la gracia nos motiva a responder con devoción incondicional al Dios que salva. Es una respuesta de fe llamada amor. Y ese codigo también se manifiesta en nuestro amor al prójimo. Solo que hay un problema. No podemos obedecer perfectamente por que el egoismo humano impide que disfrutemos la bendición. Pero hay buenas noticias. En Jeremías , Dios dice que escribirá la ley en el corazón de Su pueblo.


Jeremías 31:33: Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.


En Ezequiel 36, Dios explica: “Les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne. Infundiré Mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan Mis preceptos y obedezcan Mis leyes”.

Ezequiel 36:26: Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.

 

Ezequiel 36:27: Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.


Estas promesas están ligadas a un nuevo pacto que Dios iniciaría a través de un rey prometido que sería descendiente de David. El Nuevo Testamento revela que el Rey prometido que inaugura este nuevo pacto es Jesús.

Jesús vino a hacer lo que nosotros no podíamos hacer. Sin dejar de ser Dios, Jesús descendió del cielo y tomó nuestra humanidad para poder salvarnos .

Hebreos 2:14: Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,
Hebreos 2:15: y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.


La buena noticia es que bajo este nuevo pacto, el pueblo de Dios ahora puede obedecer la ley de Dios. Una vez más, vemos que los mandamientos de Dios no establecen una relación con Dios. La obediencia es nuestra respuesta a la obra salvadora de Dios. Es una respuesta de fe en amor. Dios nos ha salvado en Jesucristo y respondemos obedeciendo en amor, confiando en Él.

Por medio de Su vida, muerte, sepultura, y resurrección, Jesús inauguró ese nuevo pacto declarado por el profeta Jeremisa y Sus promesas de un nuevo  corazón  y de la presencia del Espíritu de Dios en nuestro interior se hace posible por su palabra. Nuestra única esperanza de cumplir con lo que la ley exige es el nuevo nacimiento prometido en el nuevo pacto. A aquellos que han nacido a una nueva vida en Cristo se les ha otorgado un nuevo corazón, y el Espíritu de Dios mora en su interior, capacitándolos para obedecer.

Como nuestro representante humano, Jesús cumplió la ley de Dios de dos formas: obedeciendo perfectamente los mandamientos de Dios y sufriendo el castigo—la muerte—que todos los quebrantadores de la ley merecían. El evangelio anuncia que todos los que se confiesen culpables de quebrantar la ley de Dios, se aparten de sus pecados, y confíen en Jesús recibirán el perdón de sus pecados, y la obediencia perfecta de Jesús será contada a su favor.

Hebreos 2:16: Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.

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"Deus caritas est" (1ªSan Juan, 4,16)

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Dios es amor.AMEN.

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