Gracia Infinita
Es Él Testigo Fiel
Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, Para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios. Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; Él apacienta entre los lirios.
Cómo se distinguen los verdaderos siervos de Dios de los que todavía son parte de este mundo?
Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros y os capacitará para que deis testimonio de mí en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta el último rincón de la tierra.
Su Amor Nos Brinda Su Fortaleza y Poder En Toda la Tierra
“Por sus frutos los conoceréis.
¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
Por sus frutos los conoceréis, pues no pueden recogerse uvas de los espinos, ni higos de los cardos. Todo árbol sano da buenos frutos, mientras que el árbol enfermo da frutos malos.
Que el amor abunde en todos sus fruto en ciencia y todo conocimiento y bendición.
Y esta es mi oración: que vuestro amor crezca más y más y se traduzca en un profundo conocimiento experimental, de manera que podáis discernir lo que es valioso, os conservéis limpios e irreprochables en espera del día del Señor, y seáis colmados de los frutos de salvación que otorga Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
¿Qué fruto debe producir en nosotros el Espíritu de Dios?
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza ”.
En cambio, el Espíritu produce amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, lealtad, humildad y dominio de sí mismo. Ninguna ley existe en contra de todas estas cosas.
Cada aspecto del “fruto” que aparece en su palabra es simplemente un reflejo del carácter de Dios que se reproduce en nosotros por medio de su Espíritu.
¿Qué tan importante es el amor, como un aspecto del fruto del Espíritu, para nuestro crecimiento espiritual?
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”
Vuestro amor mutuo será el distintivo por el que todo el mundo os reconocerá como discípulos míos.
“. . . El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”
Una esperanza que no decepciona, porque al darnos el Espíritu Santo, Dios nos ha inundado con su amor el corazón.
Dios es amor .
El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
El amor es el fundamento de su carácter. Pablo describe la forma en que el amor de Dios transforma nuestro carácter: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser . . .” (1 Corintios 13:4-8). Todos los demás aspectos del fruto del Espíritu son simplemente expresiones específicas del amor divino.
El amor es comprensivo y servicial; el amor nada sabe de envidias, de jactancias, ni de orgullos. No es grosero, no es egoísta, no pierde los estribos, no es rencoroso. Lejos de alegrarse de la injusticia, encuentra su gozo en la verdad. Disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites. El amor nunca muere. Vendrá, en cambio, un día en que nadie profetizará, nadie hablará en un lenguaje misterioso, nadie podrá presumir de una profunda ciencia.
