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Crece y Alimenta
Donde El Cielo Es El Límite
Nuestro Dios está en los cielos y hace lo que le place.
Es importante comprender algo más sobre la vida práctica de la fe: no puede generarse desde dentro de uno mismo. Más bien, la fe es uno de los preciosos dones del espíritu que Dios le concede a uno cuando se arrepiente del pecado, se sumerge en las aguas de su palabra, acepta a Jesucristo como su Salvador personal y recibe el Espíritu de gracia por su amor
(Efesios 2:8; Romanos 12:3; Hechos 2:38).
Puesto que la fe es un don excepcional de Dios, usted no tiene necesidad de esforzarse y luchar para obtenerla.
Dios da generosamente a cada individuo arrepentido y confía una porción de la misma fe de Cristo
(Apocalipsis 14:12; Gálatas 3:26).
Otro punto clave es el siguiente: aunque es imposible obtener la salvación espiritual por nuestras propias obras, como explican claramente las Escrituras, uno sigue teniendo la obligación de demostrar su valor y respeto por Dios obedeciendo sus mandamientos.
Considere que Jesucristo
“llegó a ser el autor de la salvación eterna de todos los que le obedecen”
Y el propio Jesús dijo:
Asimismo, el apóstol Santiago afirmó:
En consecuencia, la fe significa que usted no solo confía en Dios, sino que pone de su parte para obedecer (Mateo 12:50; 1 Juan 2:3-4). Como dice Santiago 2:14: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?” Además, en el versículo 20 se afirma que “la fe sin obras es muerta”. En consecuencia, la fe debe demostrarse con hechos.
Si usted anhela desarrollar una relación sólida y fructífera con su Creador y Padre celestial, debe huir continuamente del pecado y de la injusticia comprometiéndose activamente a librar
“la buena batalla de la fe”
Esto significa que cuando se vea presionado por tentaciones, deseos o acciones erróneas, debe seguir adelante y conducirse virtuosamente. Esto da como resultado que usted permanezca completamente fiel a Dios y a sus caminos bajo cualquier circunstancia (Hebreos 12:4; 1 Timoteo 6:11).
Cuando usted, por fe, resiste tenazmente las tentaciones de ceder a una conducta pecaminosa, ¿cuál será el asombroso resultado que puede esperar al final?