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No tengas miedo a abrazar ni a hallarte intimidado por ello. Cuando lo tengas, pregúntate si existen personas en el mundo que no necesitan experimentar el contacto físico de sus seres queridos y, por sobre las demás cosas, que no quieren mostrar ese cariño ante los demás.
Recuerda que, a menudo, es más difícil saber recibir un abrazo que otorgarlo. Esto es porque un abrazo tiene un sorprendente efecto terapéutico -ya que produce un sentido de compañía- y, por lo general, nuestra sociedad ha querido, sobre todo en las últimas décadas, valorar el individualismo.