El pasado domingo, paseando a pie por unos montes donde solía entrenar con mi antigua moto de enduro, me encontré un viejo conocido, un BÚHO REAL qué conocí hace tiempo, cuando se había caído de su nido y lo colocamos de nuevo en su piedra.
Nos dio mucha alegría volver a vernos y hablamos de muchas cosas.
Me pregunto que qué había sido de aquellos motoristas que hace tiempo le salvaron la vida y porqué ya no pasaban por allí.
Le explique que ahora las leyes nos prohíben pasar por aquella zona, para que el y el resto de animales descansen tranquila mente, y al escuchar esto el Búho se echo a reír. ¿qué pasa?
Y me dice... mira, la verdad es que por aquí no viene nadie, de vez en cuando algún pesao que viene, me toca los huevos y un día hasta aprovechando que estaba de caza le puso una anilla de hierro a unos de mis hijos en una pata, nunca vosotros me habíais molestado así. No puedo salir de casa, pues ese tío esta todo el día con los prismáticos y no me fío, viene hasta por la noche y la verdad no son horas.
Por lo demás viene gente que antes cuando veníais los motoristas no venían, algún camioncete de algún currante qué tira por aquí los escombros de su chapucilla de turno, otro con una furgo que tira una vieja lavadora y eso si, mucho guarda forestal que lo miran todo pero no quitan nada. En fin que antes vivíamos mejor.
Bueno pues nos despedimos y así quedo la cosa...
Bonita fábula de la era moderna, ¿verdad?
