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Llegas tarde y sin alma como un hilito de voz que se quiebra de tanta mentira que pesa en tu boca, de una boca que a veces me quiere y a veces me odia, y comienza el desafió de que te marches, y me dejes solo frio y te juro que he tratado de entenderte pero tu orgullo es quien enciende mi rabia, maldito sea tu escudo y maldita mi calma, maldita sean las palabras que acompañan.