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La catedral de Ourense se ahoga, sin apenas espacio para poder respirar entre tanto edificio de nueva construcción tan pegado a sus paredes que casi parecen extensiones, capillas donde los fieles ahora beben mencía y comen pulpo como sucedáneos de la sangre y cuerpo de Cristo. La plaza de San Martiño es una plaza multiusos: terracita post-pija, ocasionalmente escenario de música de pequeñas dimensiones o sala de cine en las noches de verano y olvidada por los feligreses en horario laboral, momento que aprovecho para hacer la foto.
02/09/2016