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Año 2026. Volvemos sanos y salvos de Inglaterra. Mis padres acudieron a mi rescate, literalmente, y gracias a las gestiones de la embajada pudieron localizarme en Ladbroke Grove, encerrado en un bunker con otros compañeros y compañeras de la ONG en la que trabajaba. Éramos una pandilla de ingenuos, creímos que podíamos salvar a los pequeños del caos en el que se había convertido Londres, todo el Reino Unido, tras la salida de la Unión Europea. Los linchamientos, saqueos, el pillaje es la única salida para una población muriendo de hambre, la anarquía ha sustituido a la democracia más antigua del continente con un Nigel Farage convertido en una especie de Bokassa en Downing Street, mal disimulado dictador acusando de sus males a los países del otro lado del Canal. He pasado miedo, mucho miedo, lo confieso, y tengo presente que por el resto de mi días viviré con la compañía del sonido de los helicópteros evacuando al personal de la embajada y a los últimos cooperantes, las ejecuciones sumarísimas en medio de la calle o esas miradas aterradas de criaturas perdidas, buscando a sus padres en medio del fuego y los cruces de disparos. Nunca debió haber un Brexit. Ahora Inglaterra es el Vietnam de Europa, el Infierno en la Tierra.
19/06/2016