La vaca mira fijamente a la cámara, como buscando una respuesta. Ni pestañea, lo cual no es extraño tratándose de una vaca de fibra de vidrio. Nos subimos a ella para creernos que somos John Wayne cabalgando por el desierto de Arizona y cuesta imaginar tal cosa con este frío más propicio para el chocolate con churros que para la reinterpretación del western. Toca bajar. El policía local está poniendo cara de sioux en busca de mi cabellera, ahora que vengo de cortarme el pelo.
11/12/2016
