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Estar triste no sabemos lo que es, pero a veces lo hemos estado y sin saber porqué.
A veces nos invade una sensación de tristeza que no logramos controlar. Percibimos que el instante mágico de aquel día, pasó y que nada hicimos. Entonces la vida esconde su magia y su arte.
Tenemos que escuchar al niño que fuimos un día y que todavía existe dentro de nosotros. Ese niño entiende de momentos mágicos. Podemos reprimir su llanto, pero no podemos acallar su voz.
Ese niño que fuimos un día continúa presente. “Bienaventurados los niños, porque de ellos es el Reino de los Cielos”.
Si no nacemos de nuevo, si no volvemos a mirar la vida con la inocencia y el entusiasmo de la infancia, no tiene sentido seguir viviendo.
Gracias Edu, intentaré ver las cosas con esa mirada de niño que no dejamos que nos invada.