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EL SOL Y LA LUNA:
Cuando el Sol y la Luna se encontraron, se apasionaron perdidamente y a partir de ahí, comenzaron a vivir una gran amor.
Sucede que el mundo aún no existía y el día que Dios decidió crearlo, le dio un toque final...el brillo.
Quedó decidido también que el Sol iluminaría de día y la Luna de noche, siendo así estarían obligados a vivir separados.
Les invadió una gran tristeza cuando se dieron cuenta que jamás se encontrarían...
La Luna se sintió que cada vez más angustiada. A pesar del brillo dado por Dios, fue tornándose solitaria.
El sol a su vez, había ganado un título de nobleza:"ASTRO REY", pero tampoco lo hizo feliz.
Dios viendo ésto, los llamó y les explicó:- No deben estar tristes, ambos ahora poseen brillo propio. Tú Luna, iluminarás las noches frías y calientes, encontrarás a los enamorados y serás protagonista de hermosas poesías. En cuanto a tí, Sol, sustentarás ese título porque serás el más importante de los astros, iluminarás la Tierra durante el día, proporcionarás calor al ser humano, y tu simple presencia, hará felices a las personas.
La Luna, se entristeció mucho, más con su terrible destino y lloró amargamante y el Sol, al verla sufrir tanto, decidió que no podría dejarse abatir más, ya que tendría que darle fuerzas y ayudarla a aceptar lo que Dios había decidido.
Aún así, su preocupación era tan grande, que resolvió hacer un pedido especial a Dios:- Ayuda a la Luna por favor, es frágil, no soportará la soledad.
Y Dios en su inmensa bondad creó, entonces, las estrellas para hacer compañía a la Luna.
La Luna siempre que está muy triste, recurre a las estrellas, que hacen mucho para consolarla, pero... casi nunca lo consiguen.
Hoy, ambos viven así, separados.
El Sol, finge ser feliz...la Luna no consigue disimular su tristeza.
El sol arde de pasión por la Luna y ella vive en las tinieblas de la añoranza.
Dicen que la orden de Dios era que la Luna debería de ser Luna LLena, pero cuando es infeliz, es Menguante, entonces no es posible apreciar su brillo, porque es mujer, y una mujer tiene fases.
Luna y Sol, siguen su destino; él, solitario pero fuerte, ella acompañada de estrellas, pero débil.
Los hombres intentan constantemente conquistarla, como si eso fuese posible. Algunos, han llegado hasta ella, pero han vuelto siempre solos. Nadie jamás consiguió traerla hasta la Tierra.
Sucede que Dios decidió que nungún amor en este mundo, fuese del todo imposible, ni siquiera el del Sol y la Luna. Fue entonces que creó "el eclipse".
Hoy, Sol y Luna viven esperando ese momento, esos instantes que les fueron cencedidos y que tanto cuesta que suceda.
Cuando mires hacia el cielo, a partir de ahora y veas que el Sol cubre a la Luna, es que se acuesta sobre ella y comienzan a amarse. Es a ese acto de amor al que se le dio el nombre de "eclipse".
El brillo de su éxtasis es tan grande, que se aconseja no mirar al cielo en ese momento. Tus ojos pueden cegarse al ver tanto amor.
Tú ya sabías que en la Tierra existían el Sol y la Luna...también que existe el eclipse...pero ésta es la parte de la historia que tú no conocÍas, no?
Autor Anónimo.
Hola cielo una preciosa historia que ya
conocia pero a sido un placer volver
a leerla
un beso y feliz semana
hola como estas gauchito
hernosa historia de amores desencontrados
ya la conocia es muy linda
besitos hasta pronto
hola gaucho m alegro de verte de nuevo q tal las vacaciones? muakkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk patri
Hola corazon, bienvenido, tambien se te ha echado de menos por aqui, aunque sabiendo que estabas disfrutando de unas merecidas vacaciones, en compañia de tu familia y de tus amigos del alma, pues compensaba.
Ya nos contaras como te ha ido todo
Yo ando muy liada, con la Semana de la Musica
Besitos, que tengas un bonito dia
holaa..com oandas??espero que super bien,,siempre lindo y cool tu flog :)
que tengas una semana lindaaa lindaaa,,millones de besos!!
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amor y pazz...mary:)
Ah ¿quién me salvara de existir?
Fernando Pessoa
Dijo el fulano presuntuoso /
hoy en el consulado
obtuve el habitual
certificado de existencia
consta aquí que estoy vivo
de manera que basta de calumnias
este papel soberbio / irrefutable
atestigua que existo
si me enfrento al espejo
y mi rostro no está
aguantaré sereno
despejado
¿no llevo acaso en la cartera
mi recién adquirido
mi flamante
certificado de existencia?
vivir / después de todo
no es tan fundamental
lo importante es que alguien
debidamente autorizado
certifique que uno
probadamente existe
cuando abro el diario y leo
mi propia necrológica
me apena que no sepan
qu estoy en condiciones
de mostrar dondequiera
y a quien sea
un vigente prolijo y minucioso
certificado de existencia
existo
luego pienso
¿cuántos zutanos andan por la calle
creyendo que están vivos
cuando en rigor carecen del genuino
irremplazable
soberano
certificado de existencia?
PORQUE NO SOMOS MAS QUE MATERIAL DE DESECHO
PORQUE UN DIA SIN SABER COMO NUESTRO CORAZON
NUESTRO MOTOR DEJA DE LATIR Y CHAU NOS COLOCAN
7 METROS BAJO TIERRA ANTES QUE SUCEDA ME VOY DE VACACIONES JA JA NOS VEMOS!!!!!!
felices vacaciones!!
___________888888___HOLA
____8888___88888888___8888__PASE
___888888_8888888888_888888__POR
___888888888888888888888888___TU
___888888888888888888888888___FLOG
____8888888888888888888888___PARA
_____88888888888888888888__DESEARTE
_______8888888888888888__EL MEJOR
_________888888888888___DE LOS
______________**
____####______**______####__DIAS
___#######____**____#######___CUIDATE
____#######___**___#######__MUCHO…
______######__**__######__SALUDOS Y
________#####_**_#####__BESITOS
__________####**####_Y ABRAZOS!!!
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oli
DISFRUTALAS QUERIDO GAUCHO, SE QUE LO HARAS.
POR CIERTO, DATE UN BAÑITO POR MI EN ESE MAR CRISTALINO.
AQUI ESTARE ESPERANDO TU REGRESO
TE ECHARE DE MENOS
BESITOOOOOOOOOOOOOOOOOSSSSSSSSSSSSSSSS
hola gaucho pasalo bien corazon muaaaaaaaaaaaaaaaaaaaakkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk patri
BIEN GAUCHITO!!!
QUE LAS DISFRUTES!!
YO AUN DEBO ESPERAR 2 O 3 MESES PARA MIS VACACIONES!! BUAAAAAAAAAA`PASALO LINDO AMIGO!!
HASTA LA VEULTA.
BESITOS
hola,pasaba a saludarte,ue lindo que esta tu flog :) beoss que tengas un buen domingo y una lindo inicio de semana besos
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mary
Llegue a casa ayer y me hice unos mates, estaba solo y cansado, mire el cielo por la ventanal del jardín y de pronto fantaseando me imagine que podía flotar, viajar hasta donde estabas, me imagine tu barrio, tu cuadra, los árboles, los paisajes que te ven pasar y te contienen, la veredas que te llevan y traen.
Estaba atardeciendo y todo parecía tranquilo, me imagine tu casa, las ventanas por donde todos los días te asomas distraída entre tus cosas, me acerque hasta tu puerta y ahí me detuve inseguro, no se escuchaban ruidos.
Espiando por la ventana pude verte, estabas igual que siempre, tenias una tasa de té en la mano y el pelo desprolijo, tus ojos parecían pensativos y tu mirada cansada, como si añoraras algo.
Me acerque sigiloso por el patio hasta la ventana donde estabas y de pronto te tenia muy cerca, mi mano casi podía tocar tu pelo.
Ahora estabas de espaldas y yo te observaba, mi corazón latía cada vez más fuerte y no podía contenerlo. Vos no podías verme y me seguí acercando despacio muy despacio hasta tu cuello y me detuve un instante que pareció inmenso, casi podía sentir tu repiración, vos ni siquiera me sospechabas y entonces te susurre al oído:
-¿Donde te metiste?..., ¿No ves que te estaba esperando?..., ¿y ahora que vamos a hacer?...-
Luego me aleje despacio por el patio y me di vuelta por última vez, de lejos habría jurado que te estabas sonriendo.
Mire la luna por un momento y me dije: -¡que extraño!... es igual a la mía-.
Autor: Ignacio Ureta
Hola cielo un texto precioso
un beso
guauuu que belleza de texto!
Me encantó la última frase: Que extraño... es igual a la mía (la luna).
Es pura poesía esa frase.
Precioso gauchito como todo lo que posteas.
Besitos
Hola Gaucho
Un texto muy interesante tu texto de hoy, me gusta mas que el de ayer jajajaj,
Espero que andes muy bien cielo
Que tengas un bonito dia
Besitos
HOLA GAUCHO COMO ESTAS TOMANDO MATE ME IMAGINO JUNTO ATU FAMILIA SALUDOS SUSANA
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hola!
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como andas?espero que muyyy bien1
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como siempre re lindo tu fotolog:)
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que alla estado lindo tu dia
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y mañana tambien este reee lindoo ^^
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mis mejores deceos!!
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me voy,,,
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perdon x no pasar antes
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besos
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nos vemos x mi flog ;)
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mary:D
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AMOR Y PAZ................:D
Por falta menos grave que la de Luzbel, que no alcanzó proporciones de «caída», un ángel fue condenado a pena de destierro en el mundo. Tenía que cumplirla por espacio de un año, lo cual supone una inmensa suma de perdida felicidad; un año de beatitud es un infinito de goces y bienes que no pueden vislumbrar ni remotamente nuestros sentidos groseros y nuestra mezquina imaginación. Sin embargo, el ángel, sumiso y pesaroso de su yerro, no chistó; bajó los ojos, abrió las alas, y con vuelo pausado y seguro descendió a nuestro planeta.
Lo primero que sintió al poner en él los pies fue dolorosa impresión de soledad y aislamiento. A nadie conocía, y nadie le conocía a él tampoco bajo la forma humana que se había visto precisado a adoptar. Y se le hacía pesado e intolerable, pues los ángeles ni son hoscos ni huraños, sino sociables en grado sumo, como que rara vez andan solos, y se juntan y acompañan y amigan para cantar himnos de gloria a Dios, para agruparse al pie de su trono y hasta para recorrer las amenidades del Paraíso; además están organizados en milicias y los une la estrecha solidaridad de los hermanos de armas.
Aburrido de ver pasar caras desconocidas y gente indiferente, el ángel, la tarde del primer día de su castigo, salió de una gran ciudad, se sentó a la orilla del camino, sobre una piedra miliaria, y alzó los ojos hacia el firmamento que le ocultaba su patria, y que estaba a la sazón teñido de un verde luminoso, ligeramente franjeado de naranja a la parte del Poniente. El desterrado gimió, pensando cómo podría volver a la deleitosa morada de sus hermanos; pero sabía que una orden divina no se revoca fácilmente, y entre la melancolía del crepúsculo apoyó en las manos la cabeza, y lloró hermosas lágrimas de contrición, pues aparte del dolor del castigo, pesábale de haber ofendido a Dios por ser quien es, y por lo mucho que le amaba. Ya he cuidado de advertir que, a pesar de su desliz, este ángel era un ángel bastante bueno.
Apenas se calmó su aflicción, ocurrióle mirar hacia el suelo, y vio que donde habían caído gotas de su llanto, nacían y crecían y abrían sus cálices con increíble celeridad muchas flores blancas, de las que llaman margaritas, pero que tenían los pétalos de finas perlas y el corazoncito de oro. El ángel se inclinó, recogió una por una las maravillosas flores y las guardó cuidadosamente en un pliegue de su manto. Al bajarse para la recolección distinguió en el suelo un objeto blanco -Un pedazo de papel, un trozo de periódico-. Lo tomó también y empezó a leerlo, porque el ángel de mi cuento no era ningún ignorante a quien le estorbase lo negro sobre lo blanco; y con gozo profundo vio que ocupaban una columna del periódico ciertos desiguales renglones, bajo este epígrafe: A un ángel.
¡A un ángel! ¡Qué coincidencia! Leyó afanosamente, y, por el contexto de la poesía, dedujo que el ángel vivía en la Tierra y habitaba una casa en la ciudad, cuyas señas daba minuciosamente el poeta, describiendo la reja de la ventana tapizada de jazmín, la tapia del jardín de donde se desbordaban las enredaderas y los rosales, y hasta el recodo de la calle, con la torre de la iglesia a la vuelta. «Alguno de mis hermanos -pensó el desterrado- ha cometido, sin duda, otro delito igual al mío y le han aplicado la misma pena que a mí. ¡Qué consuelo tan grande recibirá su alma cuando me vea!¡Qué felicidad la suya, y también la mía, al encontrar un compañero! Y no puedo dudar que lo es. La poesía lo dice bien claro; que ha bajado del cielo, que está aquí en el mundo, por casualidad, y teme el poeta que se vuelva el día menos pensado a su patria... ¡Oh ventura! A buscarle inmediatamente».
Dicho y hecho. El ángel se dirigió hacia la ciudad. No sabía en qué barrio podría vivir su hermano; pero estaba seguro de acertar pronto. Hasta suponía que de la casa habitada por el ángel se exhalaría un perfume peculiar que delatase su celestial presencia. Empezó, pues, a recorrer calles y callejuelas. La luna brillaba, y a su luz clarísima el ángel podía examinar las rejas y las tapias, y ver por cual de ellas se enramaba el jazmín y se desbordaban las rosas.
Al fin, en una calle muy solitaria, un aroma que traía la brisa hizo latir fuertemente el corazón del ángel; no olía a gloria, pero sí olía a jazmín; y el perfume era embriagador y sutil, como un pensamiento amoroso. A la vez que percibía el perfume, divisó tras los hierros de una reja una cara muy bonita, muy bonita, rodeada de una aureola de pelo oscuro... No cabía duda: aquel era el otro ángel desterrado, el que debía aliviarle la pena de la soledad. Se acercó a la reja trémulo de emoción.
No archivan las historias el traslado fiel de lo que platicaron al través de los hierros el ángel verdadero y el supuesto ángel, que escondía su faz entre el follaje menudo y las pálidas flores del fragante jazmín. Sin duda desde el primer momento, sin más explicaciones, se convino en que, efectivamente, era un ángel la criatura resguardada por la reja; habituada a oírselo llamar en verso, no extrañó que una vez más se le atribuyese en prosa naturaleza angélica. Así es como los ripios falsean el juicio, y los poetas chirles hacen más daño que la langosta.
Lo que también comprendió el ángel desterrado fue que el otro ángel era doblemente desdichado que él, pues se quejaba de no poder salir de allí, de que le guardaban y vigilaban mucho, de que le tenían sujeto entre cuatro paredes y de que su único desahogo era asomarse a aquella reja a respirar el aire nocturno y a echar un ratito de parrafeo. El desterrado prometió acudir fielmente todas las noches a dar este consuelo al recluso, y tan a gusto cumplió su promesa que desde entones lo único que le pareció largo fue el día, mientras no llegaba la grata hora del coloquio.
Cada noche se prolongaba más, y, por último, sólo cuando blanqueaba el alba y se apagaban las dulces estrellas se retiraba de la reja el ángel, tan dichoso y anegado en bienestar sin límites, como si nadase todavía en la luz del empíreo y le asistiese la perfecta bienaventuranza. Sin embargo, el recluso iba mostrándose descontento y exigente. Sacando los dedos por la reja y cogiendo los de su amigo, preguntábale, con asomos de mal humor, cuándo pensaba libertarle de aquel cautiverio.
El ángel, para entretenerle, fue regalándole las margaritas de corazón de oro y pétalos de perlas; hasta que, muy estrechado ya, hubo de decir que sin duda el encierro era disposición de Dios, y que no se debían contrariar sus decretos santos. Una carcajada burlona fue la respuesta del encerrado, y a la otra noche, al acudir a la reja, el ángel vio con sorpresa que por la puertecilla del jardín salía una figura velada y tapada, que un brazo se cogía de su brazo y una voz dulce, apasionada y melodiosa le decía al oído... «Ya somos libres... Llévame contigo..., escapemos pronto, no sea que me echen de menos».
El ángel, sobrecogido, no acertó a responder: apretó el paso y huyeron, no sólo de la calle, sino de la ciudad, refugiándose en el monte. La noche era deliciosa, del mes de mayo; acogiéronse al pie de un árbol frondoso; él, saboreando plácidamente, como ángel que era, la dicha de estar juntos; ella -porque ya habrán sospechado los lectores que se trataba de una mujer-, nerviosa, sardónica, soltando lagrimitas y haciendo desplantes.
No podía explicarse -ahora que ya no se interponía entre ellos la reja -cómo su compañero de escapatoria no se mostraba más vehemente, cómo no formaba planes de vida, cómo no hablaba de matrimonio y otros temas de indiscutible actualidad. Nada: allí se mantenía tan sereno, tan contento al parecer, extasiado, sonriendo, abrigándola con su manto de anchos pliegues y mirando al cielo, lo mismo que si de la luna fuese a caerle en la boca algún bollo. La mujer, que empezó por extrañarse, acabó por indignarse y enfurecerse; alejóse algunos pasos, y como el ángel preguntase efectuosamente la causa del desvío, alzó la mano de súbito y descargó en la hermosa mejilla angélica solemne y estruendoso bofetón... después de lo cual rompió a correr en dirección de la ciudad como una loca. Y el abandonado, sin sentir el dolor ni la afrenta, murmuraba tristemente:
-¡El poeta mentía! ¡No era un ángel! ¡No era un ángel!
Al decir esto vio abrirse las nubes y bajar una legión de ángeles, pero de ángeles reales y efectivos, que le rodearon gozosos. Estaba perdonado, había vencido la mayor tentación, que es la de la mujer, y Dios le alzaba el destierro. Mezclándose al coro luminoso, ascendió el ángel al cielo entre resplandores de gloria; pero el ascender, volvía la cabeza atrás para mirar a la Tierra a hurtadillas, y un suspiro hinchaba y oprimía su corazón. Allí se le quedaba un sueño... ¡Y olía tan bien el jazmín de la reja!
«El Liberal», 21 de enero 1897.
Hola cielo que bello texto
me encanto es precioso
un beso y feliz semana
HOLA GAUCHO.
PESE A QUE EL LARGO RELATO HA SIDO MUY INTERESANTE, AL FINAL ESE RAMALAZO MACHISTA NO ME HA GUSTADO NADA DE NADA JAJAJAJAJ
BUENO, SUPONGO QUE ESOS CONCEPTOS NO SE PERDERAN, YA QUE SIGLOS DE INCULCARLOS LOS AVALAN, AUNQUE SEAN ERRONEOS
BESITOS, QUE TENGAS UN BONITO DIA
Que bonito Gauchito!!!!
Yo no se de donde sacas estas cosas tan bonitas.
Gracias por compartirlas!!
Besitos
se corrio la 10k de nike estuve presente junto a mis amigos los gorditos de la rruta no divertimos corrimos disfrumos de un sabado precioso como 8000 mil locos o mejor dicho 7999 mil y yo
hola amigo ,si,si, te veo,alli justo en la franja mas clara
corristes mucho jajajaja,que bueno.
que tengas un buen dia besitos.
HOLA CIELO
AQUI DE NUEVO, ESTA VEZ PARA DECIRTE QUE UNA AMIGA DEL HOO HA ABIERTO AQUI, Y ME GUSTARIA QUE CONTARA CON TU AMISTAD
TE DEJO EL ENLACE
http://fotolog.miarroba.com/forever_love1/
BESITOS, FELIZ LUNES
jajajajaj ..... QUE BUENOOOOOOOOOOOOOOOO JAJAJAJAJ, NO LO HABIA OIDO NUNCA GAUCHO, JAJAJA, ME ESTOY PARTIENDO DE RISA ..... POBRE CANARIO JAJAJAJ.
BESITOS
Hola Gaucho!!!
y por donde andarìas en esta foto?
que lindo!!
te iba a comentar sobre lo que escribiste de Eva Peròn,
lo recordè enseguida, Santa Evita es una novela que he leido muchas veces,
y lo he dejado pendiente para volverlo a leer.
mirà cuànto tengo que leer de tus cuentos!
un beso enorme y gracias por tu emocionado saludo, a mi tambièn me emocionò y mucho el regalo que te hizo Marian, ese video tan lindo sobre
nuestro paìs, que amiga preciosa es diosa!!
feliz semana,
oli
hola como andas?espero q muyy bien espero q tu finde aya estado lindo jiji
y que tengas una buena semana besos
amor y paz!
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te espero x mi flog ;)
Música loca y luces parpadeantes arrullan mis ojos cuando barren sin prisas el oscuro espacio de este antro para posarlos en las multicolores nalgas de mujeres pintarrajeadas y vestidas para satisfacer cualquier fantasía, esta noche embriagada que la ciudad de México ofrece a mi persona: pura fiebre de sueños impacientes.
Bebo mi copa sin darme cuenta y beso su boca roja mientras la despeino un poco mas. al límite de lo posible cuando un pensamiento súbito me invade: parecemos dos payasos alcoholizados, con el maquillaje embarrado en unas caras impúdicas, máscaras de los habitantes de esta flor marchita.
Estamos bailando algo que suena duro y desafinado. Apenas se entiende lo que canta el desgañitado líder de una banda pobre y cansada. A través del extraordinario caleidoscopio de la gente que baila logro ver los ojos casi sin vida de los miembros del conjunto y sé sin lugar a dudas que se encuentran aterrados de una vida sin explicación y sin esperanza, como nosotros.
Cuando digo esto, la mujer que me acompaña me aconseja sabiamente que me deje de mamadas y que goce la vida como tiene que ser: a lo cabrón. Que si quiero mamadas ella tiene 25 años de experiencia y se las sabe todas. No lo dudo ni tantito y en un rapto de lucidez toco aliviado mi cartera. Hay muchos tipos de mamadas, me digo a mi mismo.
No hay remilgos en nuestra danza de las cuatro de la mañana. Estoy seguro que hemos dejado atrás, y por mucho, esas niñerías de una sociedad mojigata y gazmoña: el bump, la lambada y el danzón, por nombrar algunos, son juegos de niños comparados con nuestros cuerpos furiosamente entrelazados, convocados al movimiento por una fuerza inexplicable que no admite negativas o dilaciones y que nos lleva a salir del antro y buscar un hotel en donde poder exorcizarla.
Una vez en el cuarto oloroso a insecticida, los besos y las caricias obscenas suben de tono hasta que la veo desnuda frente a mis ojos atónitos. Parece que regreso de un viaje, que salgo de un trance o algo parecido porque no la reconozco. He bebido con ella desde las diez de la noche y no creo lo que veo. Su cuerpo es una red de moretones. Los golpes se confunden con viejas cicatrices, vacunas y cesáreas entreveradas en un diseño intrincado y nauseabundo. Es una cubetada helada al corazón de mi deseo. No sé que hacer o que decir. Salir de ahí. Huir. Un terror primitivo se apodera de mi mente y me echo para atrás listo para salir corriendo. ¿Qué tienes?, me pregunta. Nada, nada, no pasa nada. Voy por unas cubas, ahora vuelvo.
El viento de la madrugada me regresa a la realidad. Acelero como un loco en la autopista, las ventanas abiertas. Me retumba el pecho en los oidos. Tengo miedo. Escapo de un demonio y tengo miedo de encontrarlo la próxima vez que vea un espejo.
hola..pasaba a saludarte:) que tengas un buen viernes y un buen finde!esta bueno tu fotolog!saludos y
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__(¸.•´ (¸.•´ .•´MARIE...TE ESPERO X MI FLOG ;)
HOLA GAUCHO
MUSICA LOCA JAJAJAJA, ¿HAY MUSICA LOCA?, A MI QUE ME ENCANTA LA MUSICA, NO CREO QUE HAYA LOCA.
HE ANDADO MUY ATAREADA, Y APENAS HE POSIDO PASAR, PERO SABES QUE NO PUEDO FALTAR EN TU ESPACIO
QUE TENGAS UN BONITO FIN DE SEMANA
BESITOS
Llegó hasta la tienda, apartó con decisión los pliegues arrugados de la tela y penetró en ella; quedaban atrás la inmensa noche del desierto y sus estrellas; cargaba sobre el hombro un cántaro de vino, traía también un poco de pan sin levadura, esencia de sándalo, ungüentos y perfumes.
Él la miró sorprendido bajo la tenue llama de la cera y aunque ella traía cubierto el rostro con un velo, pudo adivinar que tras los verdes destellos de sus ojos se ocultaban las siete penas y los veinticuatro sufrimientos. Ella lo miró angustiada, comprendió de pronto que tras esa mirada de animal enloquecido se encontraban agazapadas la tristeza, los doce miedos y las tres personas.
Una ráfaga de viento enmudeció la cera. Ella tomó sus bálsamos y se acercó a él, humedeció su frente aún sin abrojos y después, con mano conocedora del oficio, lo fue despojando de su ropa. El, con mano insegura y temblorosa, liberó la negra cascada de su pelo.
Comieron el pan, tomaron del vino; ella bebió la fuente cristalina de sus ojos, él probó la savia perfumada de su boca; él humedeció en el vino las yemas de sus dedos y con infinita ternura fue marcando senderos luminosos en su cuerpo; subió a las suaves ondulaciones de los senos, sintió ponerse duro el tejido al contacto de los dedos; bajó a la levedad del vientre y supo, al fin hombre del desierto, que el oasis habría de estar cerca de donde crecen los líquenes, los musgos, las palmeras...
Llegó con ansia a los veneros, sació su sed; sintió la proximidad del mar, se enredó entre sargazos y corales, dejó llevarse por el ritmo de las olas y, antes de que la noche tocara fin, depositó la semilla del perdón entre la arena.
No había cantado por tercera vez el gallo cuando ella tomó sus cosas y se marchó ligera, él no volvió a verla, no la buscó ni volvieron a encontrarse, tan sólo la vio llorar a lo lejos aquella tarde interminable del calvario.
Hola Gaucho.
Hoy veo que te has puesto muy sensual y evocador. Es un relato muy bonito, para vivir en la mente.
Espero que estes muy bien
Besitos, que tengas un bonito dia
hola gaucho q tal andas? espero q bien amigo mio aqui ando admirando tu actualizacion muakkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk patri
oooO
(….)…. Oooo….hola!
…(……(….)…
.._)….. )../….paso a dejar mi huella jiji
………. (_/…..
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oooO
(….)…. Oooo….
…(……(….)… que tengas un maravillozo jueves!
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oooO
(….)…. Oooo….mis mejores deceos
…(……(….)…
.._)….. )../….ree lindo tu fotolog!
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(….)…. Oooo….saludos
…(……(….)…
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(….)…. Oooo….
…(……(….)… te espero x mi flog =)
.._)….. )../….
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:::::::::::::::::::marie:)
Hola cielo un bello relato
muy sensual me gusto mucho
un beso
Nacieron juntos; bueno, en el mismo parto.
Sus padres afamados psicólogos les bautizaron Eros y Thánatos; ese fue el último disparate que pudieron cometer con ellos pues fallecieron meses después en un accidente de aviación viajando rumbo a un congreso internacional.
Los bebés crecieron felices al cuidado de una tía solterona y una cuenta bancaria engrosada por el cobro del seguro.
Luego fueron educados en los mejores modales y las normas más estrictas en renombrados colegios religiosos.
Desde siempre fueron iguales como una gota de agua a otra, Thánatos quizás un poco más turbia.
Resaltaban la identidad usando la misma ropa andrógina, igual largo de cabello y una sola agua de colonia. Sólo se diferenciaban en la mirada, él pura luz, ella todas sombras. Ambas seducían.
Al fallecer la tía, agobiada por achaques y las travesuras de ellos durante tantos años, decidieron no concurrir más a las escuelas y continuar su formación en la amplia biblioteca familiar. Así leían desordenadamente desde los griegos hasta Lacan. Solo fue contratado un profesor de francés para mejorar el idioma.
Esta época coincidió con la de los cambios hormonales. Así Eros lucía una pelusilla que no llegaba a barba y a Thánatos le asomaron unos pezones pequeños como limas frescas.
El tiempo avanzaba plácido pero inexorable. El profesor de francés, seducido en un atardecer morado, fue el vehículo de una iniciación sexual al unísono. Allí comenzó la desenfrenada carrera de placer en que convertirían sus vidas.
Él seducía con su belleza resplandeciente, mirada franca, conversación ágil y modales correctos. Ella con su estilo subterráneo levemente marginal, frases oscuras y manos válidas tanto para la caricia como para la presión. Ambos lograban éxito sin reparar en el género.
Sus víctimas tampoco tenían edad definida; al ir transformándose en jóvenes atraían como la tela de araña a la mosca a personas mayores ¡Alguna de ellas muy mayores! Pero la edad no era un prejuicio.
Ambos seductores ejercían su estrategia en diversos ámbitos, la calle, la iglesia, un baño público, el cine, un cementerio, el supermercado, una plaza, todas eran buenas escenografías.
La metodología tenía algunas rutinas claves, jamás aceptaban ir a ningún lugar que no fuera su propia casa; una vez allí, considerando que el momento era oportuno él (o ella) trasladaba la víctima al gran dormitorio existente, donde una amplísima cama y luces tenues armaban el escenario.
El juego sexual podía resultar más alegre o divertido practicado por Eros o más oscuro y morboso en sociedad con Thánatos.
Ambas situaciones tenían un final común, momentos antes del orgasmo como en un pase de magia, el otro hermano se unía a la pareja y todo finalizaba en un solo clímax. En la casa, el pájaro del incesto revoleaba sus alas negras todavía sin posarse.
Luego del final, la víctima agotada de placer recibía de Thánatos un beso en la frente.
Después de varias oportunidades Eros preguntó: ¿Por qué haces eso?
Ella contestó parcamente: Para que al irse olviden todo y no nos difamen.
El tiempo hacía girar sus engranajes, nada se modificaba, solo se aceleraban las situaciones, cada noche podía tener más de una víctima.
Una mañana de sol, Eros pregunta: ¿Obtienes suficiente placer?
La respuesta es acompañada de un suspiro: Cada vez menos.
Él insiste: Podríamos prescindir de terceros.
Ella le mira un instante y devuelve la estocada: No, engendraríamos un monstruo de siete cabezas y ojos llameantes, lo he leído.
Él redobla la apuesta: Pero sería un momento único, luminoso, irrepetible.
Silencio. El pájaro negro aletea muy suavemente.
El destino está formado por actos mínimos encadenados no por acciones grandilocuentes. Thánatos estaba más sombría que lo usual, ante ojos externos esto la hacía irresistible; Eros creía que era algo pasajero.
En los momentos que estaba en la casa, ella había tomado la costumbre de sentarse y perder la mirada en un punto mientras jugueteaba en sus manos con una pistola que guardaba de su padre. A veces incluso dormía con ella bajo la almohada.
Luego de unos días grises, esa noche decidieron salir juntos hacia una disco de moda. Allí entre luces, sombras y música ambos resplandecían, estuvieran juntos o separados.
Él capturó rápidamente una belleza rubia andrógina que bailaba sola sobre una tarima, Thánatos acechaba a pocos pasos.
Luego del tiempo preciso la presa estaba lista.
Eros acerca su boca al oído nacarado de la rubia sugiriendo: ¿Nos vamos?
La respuesta de ella es tan simple como desacertada: Me encantaría pero ¿qué harás con tu pareja?
Él sonríe: No es mi pareja, es mi hermana.
Y en tono inaudible agrega: Además también estará con nosotros. Con decidido gesto la toma de la cintura y se dirige hacia la salida.
En el dormitorio en penumbras la rubia cabalga sobre un Eros tan bello como lúbrico. Silenciosa y lentamente ingresa Thánatos llevando en su mano una copa de vino tinto. El reloj de los tiempos esa noche estaba adelantado. La niña descubre la presencia de ella en los ojos de Eros, como un rayo se desprende y salta de la cama huyendo.
Él se incorpora al tiempo que dice: Déjala irse. Ven aquí conmigo.
El silencio suele ser más profundo en medio de los ayes. El goce más intenso después de la herida. Los cuerpos se reconocen deseándose desde siempre.
El momento es único tal como se había definido. Los tambores redoblan y fuegos de artificio iluminan la habitación.
El cañón de la pistola dispara primero sobre la sien de Eros y luego sobre el pecho de ella.
Como llegaron, así partieron de esta vida. Juntos.
El pájaro negro agoniza cubriendo con sus alas extendidas dos cuerpos exánimes.
gracias x tu vicita silenciosa,
que tengas un lindo dia,
saludos
jajajaja, bueno nos convinamos,
mientras te dejaba el mensaje tu estabas en mi casita, jajajaja, gracias que paces bien.
Hola Gaucho.
¿como definir este relato? ¿erotico? ¿lugubre? ¿ Tenebroso?, no se muy bien, pero si que es impresionante
Gracias por tus versos en mi espacio y por ese final, sabes que siempre estoy, y aunque el tiempo no me permita en ese momento leer lo que pones, mi saludo no puede faltar si veo tu actualizacion.
Besitos, que tengas un bonito dia
hola gracias por tu visita y tu comentario la verdad esto es solo una cosa de las que nos rodean en eso tienes radon no se puede estar asutasdos esa la baza sicologica que enplean para hacer lo que quieren
en saludo
Resucitaste de pronto tu sonrisa haciéndola estallar entre mis costillas, mientras me arrinconabas con los restos de un recuerdo. Yo sabía que eran deshechos sin poleas ni lunas llenas, pero tu seno me tentó como una fruta colmada de rocío.
La radio decía no sé qué cosa de no sé qué guerra, puesto que todas las guerras se parecen y uno termina siempre por acostumbrarse a la muerte ajena; incluso a la propia, que nunca importa lo suficiente. Pretendí quitarme el cansancio de los huesos concediéndome la tregua de tu cuerpo.
En los aljibes de tu espalda bebí un pálido sollozo, algo como el descanso de una escalera. En tu mejilla se entretejía el silencio con la terrible insinuación de un afecto ya pasado que se empecinaba en retomar su historia. Prefería que dedicaras tu boca a mi sexo, como forma de entorpecerte el habla.
Por un momento miré el rectángulo de vidrio donde tus pececitos de colores paseaban su muda indolencia. Ellos navegaban como submarinos entre paredes transparentes. Pensé en nosotros entre paredes de cemento. Se me ocurrió que el universo era como esas muñecas que habitan una dentro de otra. Lo recuerdo bien porque me pediste que te hiciera un poema de amor y entonces mi espanto fue doble. Adoro los perros que no vienen a olisquearme, los paraguas que logran soportar el viento, las amantes que no necesitan ninguna prótesis para el corazón. Quise llorar porque me sentí triste, como un gato desheredado de sus ojos.
Anduve de múltiples maneras en tus cavidades, tratando de olvidarme del acento de los relojes. Pretendí disuadirte de tu sueño, de mi pesadilla.
-Dios me hizo más cercano a las ojeras que al amor -te dije.
Pero no entendiste nada; seguro que no entendiste porque continuaste insistiendo en que me amabas, en que necesitabas que yo te hiciera confesiones similares. Yo me negué a mentir para masturbarte el alma.
Cuando te tomé el pulso, latías como de costumbre; pero yo me fui, como si estuvieras muerta.
HOLA GAUCHO
YO TAMBIEN PASO RAPIDITO, YA LEERE LO QUE HAS PUESTO, ES QUE A MEDIO DIA ANDO PILLADA, YA TE IMAGINARAS, PERO QUE CONSTE QUE NO ME PIERDO NI UNA, TUS RELATOS SON ALGO QUE ESPERO CADA DIA.
BESITOS, QUE TENGAS UN BONITO MARTES
AQUEL HOMBRE proclama el amor que le tiene a aquella mujer, jura ser capaz de hacer cualquier cosa por ella, de alcanzar la sublimación o degradarse hasta la ignominia con tal de conseguirla. "Por tu amor haría lo que fuera; daría mi vida por ti", insiste, convencido. Y lo cree.
AQUELLA MUJER no considera sinceras las palabras de aquel hombre que proclama el amor que le tiene, que jura ser capaz de hacer cualquier cosa por ella, de alcanzar la sublimación o degradarse hasta la ignominia con tal de conseguirla. "¿Realmente darías tu vida por mí? ¿Harías lo que fuera?", inquiere, dubitativa. Y no lo cree.
AQUELLOS EXTRAÑOS llegan hasta el borde de la azotea de ese edificio de siete pisos, siete. El viento sopla allí como un fúrico endemoniado o un amante presa de la asfixia. Abajo espera el asfalto. Ella lo mira con sus ojos capataces y comenta solemnemente (porque siente que aquel es un instante decisivo que amerita gran solemnidad), la frase destinada a terminar con el asedio: "No estaré segura de que me amas ni creeré en tu afirmación hasta que, sin haberme tenido, seas capaz de sacrificarte sin dudarlo. Entonces yo sabré que realmente me quisiste más que nadie". Él palidece. Ella mira hacia el vacío. El sol brilla sobre sus cabezas coronadas de polvo, coronadas de luz. Intentando parecer sereno (porque intuye que aquel es un momento supremo que requiere enorme serenidad), él contesta lo que concluirá de tajo con su lucha: "Si lo hago, moriré. ¿De qué servirá el que sepas que en verdad te amo, si ya nunca podrás ser mía?". Ella sonríe. Mide con cuidado cada sílaba pronunciada: "¿Ves cómo no era verdad que estuvieses dispuesto a todo por mí? ¿Te das cuenta de la manera en que tu supuesto amor flaquea ante la primera prueba? ¿Aceptas ahora que en realidad no me quieres al grado de dar tu vida por demostrarlo?". Él parpadea con nerviosismo. Ella mira el filo de la azotea. El sol no cesa de brillar sobre sus rostros bañados de sudor, bañados de reflejos. Él la ama. Se dirige hacia la orilla. Sube al borde y voltea a mirarla. Espera que lo detenga aunque sabe que no lo hará. Ella solamente observa. "Te amo", afirma él con tono inseguro, se persigna y salta. Durante su caída da vueltas en el aire, casi con gracia, antes de estrellarse. El sol no cesa de brillar. Ella mira hacia abajo. Ahora le cree. Pero no lo ama. Y en el funeral, que se celebrará al otro día, portará luto, llorando inconsolablemente por haber perdido al único hombre que realmente la amó.
Buenas tardes.
HOLA CIELO
INTERESANTE EL TEXTO QUE NOS DEJAS, PERO QUE SOLO ME DEMUESTRA UNA COSA, HASTA QUE PUNTO ES ESTUPIDO EL AMOR, Y TOTALMENTE IRRACIONAL JAJAJAJ, NO ME PEGUES ¿VALE? JAJAJAJ
BESITOS
hola,pasaba a saludarte!que tengas un feliz domingo que lo pases lindo y descanses
muy bonito tu flog hoy!perdon x no pasar antes!!besos besos
mary
te espero x mi flog :) si ?
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Precioso texto, Gaucho. El amor de la mano del drama. El sentimiento que llega hasta la muerte, o ....sobrepasa a la propia muerte.
Que tengas una buena semana. Saludos
Un hombre y una mujer cruzan la plaza. Van tomados de la mano. Es de noche en una ciudad ajena, hace sólo unos instantes que las manos se encontraron, y así el andar uno al lado del otro, pareciera un proceder familiar. Apenas se conocen, dos días hay en su haber, y es tan dulce y desesperado ese cruzar la plaza tomados de la mano que es de pronto esperanza como final. ¿Qué hay en esa toma que se repite una y otra vez? Entran a la plaza como a un ruedo; caminan altivos, las manos entrelazadas, orgullosos de poseerse en ese espacio anónimo y solitario de la ciudad. Y aunque sólo se estrujan las manos, la posesión de los más callados anhelos ha quedado atrapada entre sus palmas, soltarse es impensable, soltarse es comenzar la despedida. Un hombre y una mujer con abrigo cruzan la plaza: poderosa estampa que destapa futuros inciertos y abismos no invocados.
En la discoteca las sillas están puestas sobre las mesas, alguien barre y la música ha cesado. Los últimos habitantes del bar se levantan de las mesas donde una música se ha encargado de dar a la pareja la posibilidad del abrazo. Ella puede recargarse en el hombro y sentir el calor tibio de su mejilla, él la puede tomar por la cintura mientras la otra mano se anuda con firmeza con la de ella, las bocas audaces, sedientas se separan y vuelven a su deseo palpitante, al pudor sometido, a la duda del encuentro. Regresan a la mesa donde comienzan los primeros acordes de una música suave.
Se sientan en el taxi donde sus manos sobre el sillón apenas rozan los dedos, es el inicio de la complicidad. Al llegar al bar se unen al resto que no sospecha que suben por la escalera donde ella lo ha esperado y él la ha alcanzado. Bailan un ritmo latino y ella le explica cómo moverse, beben hasta volver al restaurante donde a los postres siguen la carne y el paté de salmón. Caminan uno al lado del otro, platican, él la presenta a otras personas pronunciado su nombre con precisión. Ella lo mira y se acerca. Hola. Él finge no darse cuenta cuando ella entra y se sigue de largo, ella siente un salto en el corazón cuando descubre que allí está. Toma el elevador y en el cuarto se cepilla el pelo muchas veces, se pone perfume, se quita el vestido y lo cuelga, guarda las medias negras en un cajón; se despinta el carmín y la ralla del ojo, por último el maquillaje. Se da un duchazo. Guarda en su piel la algarabía del encuentro, se sume en el ritual de la espera.
El día es tan largo, ha dormido muy poco, la noche ha sido ocupada por la presencia de un hombre intrigante y abrazable. Es de madrugada cuando sube al tren, él duerme ajeno. Ella se mira en el espejo, tiene una brizna blanca en los labios, le preocupa no saber desde cuando la trae allí colocada y que él no se haya atrevido a quitársela. Él viene por el pasillo, con el deseo de no alejarse muy rápido, no vaya a ser que el beso se le caiga entre las vías. La mujer sale de su dormitorio con el deseo de que él vuelva sobre sus pasos. En el pasillo él le da un beso tímido junto a los labios y le dice que espera con ansias volverla a ver. Caminan juntos por el pasillo que los hace contonearse suavemente. Ella quiere que la detenga, él no sabe lo que ella quiere pero siguen hasta el salón fumador y hablan de lo que hacen, del mundo, están solos y eso les agrada. Se acercan a la barra y beben coñac, platican con otras personas, pero se miran de cuando en cuando, se escuchan como si los demás no existieran. Se van al carro comedor a cenar y cada cual está por su lado. Ella lo busca con la mirada, no puede ser muy obvia, nadie lo es después de cruzar una plaza de la mano al cobijo de la noche. Lo busca con la mirada como la noche siguiente cuando tocan esa música y algunos bailan, lo busca pidiendo el encuentro de los ojos. Tan sólo una hora después están en la misma mesa cada cual diciendo su nombre y su procedencia, añorando ya la caminata en la plaza dos días antes, con el silencio de sus manos aferradas.
Cruzan la plaza y llegan al lobby de un hermoso hotel y él la acompaña a su habitación. Ella deja que él la acompañe. Las manos siguen atadas entre alfombras y números del elevador. El corazón late con prisa. Pasan besos, pasan frases y los deseos los sofoca el reloj y la despedida. Ella piensa que fue bueno compartir la misma mesa, él dice que se hubieran encontrado de cualquier manera. Las manos se desatan y la tristeza se instala mientras él cruza la plaza de nuevo y ella lo mira desde la ventana de la habitación.
Una pareja cruza la plaza, se poseen las manos un instante y en ese instante el mundo es todo suyo, y en ese instante el mundo se ha detenido, sólo por ese instante, sólo por ellos que cruzan la plaza de la mano.
HOLA GAUCHO, PASO ALGO RAPIDO, ASI QUE ME LLEVO TU ESCRITO A WORD PARA LEERLO TRANQUILA
ESPERO QUE ESTES MUY BIEN
FELIZ VIERNES, Y SI NO NOS VEOS, TAMBIEN BUEN FIN DE SEMANA
BESITOS
Hola cielo que bello texto tan romantico
me gusto mucho
un beso y feliz fin de semana
hola gaucho q bonita historia jeje muakkkkkkkkkkkkkkkk patri
La primera cama fue para Marisol, su sobrina inválida, después de que oyera a su hermana Esperanza lamentándose de que cada vez le era más difícil moverla de un lado a otro para cambiarla siquiera de posición. La niña acababa de cumplir diez años y llevaba dos con las piernas paralizadas a causa de un accidente sufrido mientras jugaba con otros chicos en la calle.
"Si continúa ahí anclada en la alcoba su mente estará muy pronto tan oxidada como su cuerpo. ¡Ojalá pudiera hacer algo para sacarla siquiera al patio de atrás a contemplar el río y las montañas!".
Rafael no dijo nada, pero se pasó la mayor parte de la noche cabilando acerca de las palabras de su hermana y haciendo trazos sobre un papel. Y en la mañana, cuando el sol empezó a entrar de puntillas en la humilde vivienda, lo encontró listo para salir en busca de los materiales que utilizaría para su proyecto.
"Necesito madera para hacer un carro".
"¿Un carro de juguete?"
"No, un carro-cama".
"¡Vaya una idea!", se dijo para sí Don Ignacio, mientras el hombre escogía unas cuantas tablas de pino aspirando el aroma con deleite. No hizo más preguntas, pues Rafael era una persona de pocas palabras, aunque hubiera sido más justo decir que hablaba con las manos y lo que de ellas salía eran verdaderos poemas en hierro o en madera: Caballitos, casas de muñecas, maromeros, flautas, y jaulas prodigiosas que trinaban por sí solas cuando el viento pasaba silbando entre sus rejas afiligranadas.
Rafael llevó la madera al templo de su carpintería y se dedicó a trabajar febrilmente ante la mirada curiosa de sus vecinos.
"¿Qué está haciendo?", le preguntó un día Rosalba.
"Una cama para Marisol'.
"¡Si parece un carro!"
"Es una cama-carro".
Durante varias semanas los parroquianos no hablaron de otra cosa, hasta aquel lunes en que Rafael puso la cama terminada en su carretilla ante los ojos alelados de sus amigos, quienes ayudaron a instalarla en la alcoba como si se tratara de colocar la más valiosa obra de arte en un museo. Por fuera era un carro reluciente con sus puertas y llantas de verdad, faroles plateados y hasta un timón para dirigirla a uno u otro lado; por dentro una camita mullida en la que la niña podía sentarse o acostarse a su acomodo. Pero más que un carro o una cama, era una ventana al mundo que la niña podía contemplar ahora a su gusto desde la explanada, mientras los pescadores al pasar en sus canoas sobre la cinta azogada del río, la saludaban diciendo: "Allá está Marisol tejiendo sueños en su camita".
Muy pronto llovieron pedidos para otros niños del pueblo: Camas-barcos, camas-trenes, la cama-carroza tirada por un caballito con crines de verdad, y una cama-globo, que fue la más memorable, con su canastilla de mimbre para el colchón y un hermoso globo de colores colgado del techo. Esperanza había sacado la idea de una revista, y Rafael la fabricó a sabiendas de que en ninguna casa del pueblo existía un cuarto suficientemente grande para colocarla. Pero cuando el cura del pueblo la vio dijo que la quería para su sobrinita, quien iba a cumplir un año.
Después de una semana la madre de la niña llamó para decir que la cama había sido todo un éxito entre sus amistades e insistió en que Rafael se fuera a la ciudad, en donde los clientes de cierta mueblería estaba deseosos de ordenar las camas Marisol.
Y llegó el momento en que tuvieron que conseguir un ayudante para cortar y pulir piezas y una costurera para coser velas y globos. Pero Rafael se asfixiaba trabajando entre cuatro paredes, y extrañaba las miradas de admiración y el amor de los suyos. Por otra parte el trabajo en serie le había quitado el encanto a sus proyectos y se sentía mareado de pintar las mismas cosas en serie y en forma casi mecánica, una y otra vez.
Hasta que una mañana no pudo más. Empacó las fotografías de sus camas y sus fierros rudimentarios, y regresó a la comarca en donde va de pueblo en pueblo haciendo camas y juguetes para los niños del lugar. La última vez que lo vi hacía una cama-árbol, con pajaritos tallados en las ramas y una caja de música que desgranaba trinos desde la copa. Y si alguien pretende hacerle firmar un contrato para la venta de las "Camas Marisol", contesta que en su tierra los tratos se hacen de palabra, pues la palabra es oro. Para que nadie descubra que no sabe ni leer, ni escribir.
HOLA GAUCHO
QUE TIERNA HISTORIA, Y QUE BUENO QUE AL FINAL VENCIERA LA FELICIDAD DE LAS COSAS SENCILLAS A LA AVARICIA
BESITOS, QUE TENGAS UN BONITO DIA
realmente una histori hermosa
los buenas cosas siempre salen del corazon
besitos hasta pronta ....
alicia....
Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento. Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras todavía eramos chatas. Como si no fuese suficiente, por encima del pecho se llenaba de caramelos los dos bolsillos de la blusa. Pero poseía lo que a cualquier niña devoradora de historietas le habría gustado tener: un padre dueño de una librería.
No lo aprovechaba mucho. Y nosotras todavía menos: incluso para los cumpleaños, en vez de un librito barato por lo menos, nos entregaba una postal de la tienda del padre. Encima siempre era un paisaje de Recife, la ciudad donde vivíamos, con sus puentes más que vistos.
Detrás escribía con letra elaboradísima palabras como "fecha natalicio" y "recuerdos".
Pero qué talento tenía para la crueldad. Mientras haciendo barullo chupaba caramelos, toda ella era pura venganza. Cómo nos debía odiar esa niña a nosotras, que éramos imperdonablemente monas, altas, de cabello libre. Conmigo ejerció su sadismo con una serena ferocidad. En mi ansiedad por leer, yo no me daba cuenta de las humillaciones que me imponía: seguía pidiéndole prestados los libros que a ella no le interesaban.
Hasta que le llegó el día magno de empezar a infligirme una tortura china. Como al pasar, me informó que tenía El reinado de Naricita, de Monteiro Lobato.
Era un libro gordo, válgame Dios, era un libro para quedarse a vivir con él, para comer, para dormir con él. Y totalmente por encima de mis posibilidades. Me dijo que si al día siguiente pasaba por la casa de ella me lo prestaría.
Hasta el día siguiente, de alegría, yo estuve transformada en la misma esperanza: no vivía, flotaba lentamente en un mar suave, las olas me transportaban de un lado a otro.
Literalmente corriendo, al día siguiente fui a su casa. No vivía en un apartamento, como yo, sino en una casa. No me hizo pasar. Con la mirada fija en la mía, me dijo que le había prestado el libro a otra niña y que volviera a buscarlo al día siguiente. Boquiabierta, yo me fui despacio, pero al poco rato la esperanza había vuelto a apoderarse de mí por completo y ya caminaba por la calle a saltos, que era mi manera extraña de caminar por las calles de Recife. Esa vez no me caí: me guiaba la promesa del libro, llegaría el día siguiente, los siguientes serían después mi vida entera, me esperaba el amor por el mundo, y no me caí una sola vez.
Pero las cosas no fueron tan sencillas. El plan secreto de la hija del dueño de la librería era sereno y diábolico. Al día siguiente allí estaba yo en la puerta de su casa, con una sonrisa y el corazón palpitante. Todo para oír la tranquila respuesta: que el libro no se hallaba aún en su poder, que volviese al día siguiente. Poco me imaginaba yo que más tarde, en el curso de la vida, el drama del "día siguiente" iba a repetirse para mi corazón palpitante otras veces como aquélla.
Y así seguimos. ¿Cuánto tiempo? Yo iba a su casa todos los días, sin faltar ni uno. A veces ella decía: Pues el libro estuvo conmigo ayer por la tarde, pero como tú no has venido hasta esta mañana se lo presté a otra niña. Y yo, que era propensa a las ojeras, sentía cómo las ojeras se ahondaban bajo mis ojos sorprendidos.
Hasta que un día, cuando yo estaba en la puerta de la casa de ella oyendo silenciosa, humildemente, su negativa, apareció la madre. Debía de extrañarle la presencia muda y cotidiana de esa niña en la puerta de su casa. Nos pidió explicaciones a las dos. Hubo una confusión silenciosa, entrecortado de palabras poco aclaratorias. A la señora le resultaba cada vez más extraño el hecho de no entender. Hasta que, madre buena, entendió a fin. Se volvió hacia la hija y con enorme sorpresa exclamó: ¡Pero si ese libro no ha salido nunca de casa y tú ni siquiera querías leerlo!
Y lo peor para la mujer no era el descubrimiento de lo que pasaba. Debía de ser el horrorizado descubrimiento de la hija que tenía. Nos espiaba en silencio: la potencia de perversidad de su hija desconocida, la niña rubia de pie ante la puerta, exhausta, al viento de las calles de Recife. Fue entonces cuando, recobrándose al fin, firme y serena le ordenó a su hija: Vas a prestar ahora mismo ese libro. Y a mí: Y tú te quedas con el libro todo el tiempo que quieras.
¿Entendido? Eso era más valioso que si me hubiesen regalado el libro: "el tiempo que quieras" es todo lo que una persona, grande o pequeña, puede tener la osadía de querer.
¿Cómo contar lo que siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí el libro en la mano. Creo que no dije nada. Cogí el libro. No, no partí saltando como siempre. Me fui caminando muy despacio. Sé que sostenía el grueso libro con las dos manos, apretándolo contra el pecho. Poco importa también cuánto tardé en llegar a casa. Tenía el pecho caliente, el corazón pensativo.
Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear por la casa, lo postergué más aún yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina. Era como si yo lo presintiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire... había en mí orgullo y pudor. Yo era una reina delicada.
A veces me sentaba en la hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un éxtasis purísimo. No era más una niña con un libro: era una mujer con su amante.
Brasileña: 1920-1977
hola,pasaba a saludarte que alla estado lindo tu martes y que tengas un feliz miercoles,,,besos,,besos,,mis mejores deceos
mary:)
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AMOR Y PAZ!
GUAUUUUUUUUU PANFREDO QUE RELATO, LLENO DE EMOCIONES, DE SENTIMIENTOS, DE PERSONALIDADES, ME HA ENCANTADO.
QUE TENGAS UN BONITO DIA
BESITOS
ay gaucho, que venia de donde panfredo y me he confundido, pero aqui queda que este relato me ha emocionado.
Besitos
un relato impresionante, me ha gustado...gracias gaucho.
El coronel elogia mi puntualidad:
-Es puntual como los alemanes -dice.
-O como los ingleses.
El coronel tiene apellido alemán.
Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada.
-He leído sus cosas -propone-. Lo felicito.
Mientras sirve dos grandes vasos de whisky, me va informando, casualmente, que tiene veinte años de servicios de informaciones, que ha estudiado filosofía y letras, que es un curioso del arte. No subraya nada, simplemente deja establecido el terreno en que podemos operar, una zona vagamente común.
Desde el gran ventanal del décimo piso se ve la ciudad en el atardecer, las luces pálidas del río. Desde aquí es fácil amar, siquiera momentáneamente, a Buenos Aires. Pero no es ninguna forma concebible de amor lo que nos ha reunido.
El coronel busca unos nombres, unos papeles que acaso yo tenga.
Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aún no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sospechan que podría ocurrírseme.
Algún día (pienso en momentos de ira) iré a buscarla. Ella no significa nada para mí, y sin embargo iré tras el misterio de su muerte, detrás de sus restos que se pudren lentamente en algún remoto cementerio. Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alzarán, poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me sentiré solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada sombra.
El coronel sabe dónde está.
Se mueve con facilidad en el piso de muebles ampulosos, ornado de marfiles y de bronces, de platos de Meissen y Cantón. Sonrío ante el Jongkind falso, el Fígari dudoso. Pienso en la cara que pondría si le dijera quién fabrica los Jongkind, pero en cambio elogio su whisky.
Él bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría, con superioridad, con desprecio. Su cara cambia y cambia, mientras sus manos gordas hacen girar el vaso lentamente.
-Esos papeles -dice.
Lo miro.
-Esa mujer, coronel.
Sonríe.
-Todo se encadena -filosofa.
A un potiche de porcelana de Viena le falta una esquirla en la base. Una lámpara de cristal está rajada. El coronel, con los ojos brumosos y sonriendo, habla de la bomba.
-La pusieron en el palier. Creen que yo tengo la culpa. Si supieran lo que he hecho por ellos, esos roñosos.
-¿Mucho daño? -pregunto. Me importa un carajo.
-Bastante. Mi hija. La he puesto en manos de un psiquiatra. Tiene doce años -dice.
El coronel bebe, con ira, con tristeza, con miedo, con remordimiento.
Entra su mujer, con dos pocillos de café.
-Contale vos, Negra.
Ella se va sin contestar; una mujer alta, orgullosa, con un rictus de neurosis. Su desdén queda flotando como una nubecita.
-La pobre quedó muy afectada -explica el coronel-. Pero a usted no le importa esto.
-¡Cómo no me va a importar!... Oí decir que al capitán N y al mayor X también les ocurrió alguna desgracia después de aquello.
El coronel se ríe.
-La fantasía popular -dice-. Vea cómo trabaja. Pero en el fondo no inventan nada. No hacen más que repetir.
Enciende un Marlboro, deja el paquete a mi alcance sobre la mesa.
-Cuénteme cualquier chiste -dice.
Pienso. No se me ocurre.
-Cuénteme cualquier chiste político, el que quiera, y yo le demostraré que estaba inventado hace veinte años, cincuenta años, un siglo. Que se usó tras la derrota de Sedán, o a propósito de Hindenburg, de Dollfuss, de Badoglio.
-¿Y esto?
-La tumba de Tutankamón -dice el coronel-. Lord Carnavon. Basura.
El coronel se seca la transpiración con la mano gorda y velluda.
-Pero el mayor X tuvo un accidente, mató a su mujer.
-¿Qué más? -dice, haciendo tintinear el hielo en el vaso.
-Le pegó un tiro una madrugada.
-La confundió con un ladrón -sonríe el coronel . Esas cosas ocurren.
-Pero el capitán N...
-Tuvo un choque de automóvil, que lo tiene cualquiera, y más él, que no ve un caballo ensillado cuando se pone en pedo.
-¿Y usted, coronel?
-Lo mío es distinto -dice-. Me la tienen jurada.
Se para, da una vuelta alrededor de la mesa.
-Creen que yo tengo la culpa. Esos roñosos no saben lo que yo hice por ellos. Pero algún día se va a escribir la historia. A lo mejor la va a escribir usted.
-Me gustaría.
-Y yo voy a quedar limpio, yo voy a quedar bien. No es que me importe quedar bien con esos roñosos, pero sí ante la historia, ¿comprende?
-Ojalá dependa de mí, coronel.
-Anduvieron rondando. Una noche, uno se animó. Dejó la bomba en el palier y salió corriendo.
Mete la mano en una vitrina, saca una figurita de porcelana policromada, una pastora con un cesto de flores.
-Mire.
A la pastora le falta un bracito.
-Derby -dice-. Doscientos años.
La pastora se pierde entre sus dedos repentinamente tiernos. El coronel tiene una mueca de fierro en la cara nocturna, dolorida.
-¿Por qué creen que usted tiene la culpa?
-Porque yo la saqué de donde estaba, eso es cierto, y la llevé donde está ahora, eso también es cierto. Pero ellos no saben lo que querían hacer, esos roñosos no saben nada, y no saben que fui yo quien lo impidió.
El coronel bebe, con ardor, con orgullo, con fiereza, con elocuencia, con método.
-Porque yo he estudiado historia. Puedo ver las cosas con perspectiva histórica. Yo he leído a Hegel.
-¿Qué querían hacer?
-Fondearla en el río, tirarla de un avión, quemarla y arrojar los restos por el inodoro, diluirla en ácido. ¡Cuanta basura tiene que oír uno! Este país está cubierto de basura, uno no sabe de dónde sale tanta basura, pero estamos todos hasta el cogote.
-Todos, coronel. Porque en el fondo estamos de acuerdo, ¿no? Ha llegado la hora de destruir. Habría que romper todo.
-Y orinarle encima.
-Pero sin remordimientos, coronel. Enarbolando alegremente la bomba y la picana. ¡Salud! -digo levantando el vaso.
No contesta. Estamos sentados junto al ventanal. Las luces del puerto brillan azul mercurio. De a ratos se oyen las bocinas de los automóviles, arrastrándose lejanas como las voces de un sueño. El coronel es apenas la mancha gris de su cara sobre la mancha blanca de su camisa.
-Esa mujer -le oigo murmurar-. Estaba desnuda en el ataúd y parecía una virgen. La piel se le había vuelto transparente. Se veían las metástasis del cáncer, como esos dibujitos que uno hace en una ventanilla mojada.
El coronel bebe. Es duro.
-Desnuda -dice-. Éramos cuatro o cinco y no queríamos mirarnos. Estaba ese capitán de navío, y el gallego que la embalsamó, y no me acuerdo quién más. Y cuando la sacamos del ataúd -el coronel se pasa la mano por la frente-, cuando la sacamos, ese gallego asqueroso...
Oscurece por grados, como en un teatro. La cara del coronel es casi invisible. Sólo el whisky brilla en su vaso, como un fuego que se apaga despacio. Por la puerta abierta del departamento llegan remotos ruidos. La puerta del ascensor se ha cerrado en la planta baja, se ha abierto más cerca. El enorme edificio cuchichea, respira, gorgotea con sus cañerías, sus incineradores, sus cocinas, sus chicos, sus televisores, sus sirvientas, Y ahora el coronel se ha parado, empuña una metralleta que no le vi sacar de ninguna parte, y en puntas de pie camina hacia el palier, enciende la luz de golpe, mira el ascético, geométrico, irónico vacío del palier, del ascensor, de la escalera, donde no hay absolutamente nadie y regresa despacio, arrastrando la metralleta.
-Me pareció oír. Esos roñosos no me van a agarrar descuidado, como la vez pasada.
Se sienta, más cerca del ventanal ahora. La metralleta ha desaparecido y el coronel divaga nuevamente sobre aquella gran escena de su vida.
-...se le tiró encima, ese gallego asqueroso. Estaba enamorado del cadáver, la tocaba, le manoseaba los pezones. Le di una trompada, mire -el coronel se mira los nudillos-, que lo tiré contra la pared. Está todo podrido, no respetan ni a la muerte. ¿Le molesta la oscuridad?
-No.
-Mejor. Desde aquí puedo ver la calle. Y pensar. Pienso siempre. En la oscuridad se piensa mejor.
Vuelve a servirse un whisky.
-Pero esa mujer estaba desnuda -dice, argumenta contra un invisible contradictor-. Tuve que taparle el monte de Venus, le puse una mortaja y el cinturón franciscano.
Bruscamente se ríe.
-Tuve que pagar la mortaja de mi bolsillo. Mil cuatrocientos pesos. Eso le demuestra, ¿eh? Eso le demuestra.
Repite varias veces "Eso le demuestra", como un juguete mecánico, sin decir qué es lo que eso me demuestra.
-Tuve que buscar ayuda para cambiarla de ataúd. Llamé a unos obreros que había por ahí. Figúrese como se quedaron. Para ellos era una diosa, qué sé yo las cosas que les meten en la cabeza, pobre gente.
-¿Pobre gente?
-Sí, pobre gente -el coronel lucha contra una escurridiza cólera interior-. Yo también soy argentino.
-Yo también, coronel, yo también. Somos todos argentinos.
-Ah, bueno -dice.
-¿La vieron así?
-Sí, ya le dije que esa mujer estaba desnuda. Una diosa, y desnuda, y muerta. Con toda la muerte al aire, ¿sabe? Con todo, con todo...
La voz del coronel se pierde en una perspectiva surrealista, esa frasecita cada vez más rémova encuadrada en sus líneas de fuga, y el descenso de la voz manteniendo una divina proporción o qué. Yo también me sirvo un whisky.
-Para mí no es nada -dice el coronel-. Yo estoy acostumbrado a ver mujeres desnudas. Muchas en mi vida. Y hombres muertos. Muchos en Polonia, el 39. Yo era agregado militar, dese cuenta.
Quiero darme cuenta, sumo mujeres desnudas más hombres muertos, pero el resultado no me da, no me da, no me da... Con un solo movimiento muscular me pongo sobrio, como un perro que se sacude el agua.
-A mí no me podía sorprender. Pero ellos...
-¿Se impresionaron?
-Uno se desmayó. Lo desperté a bofetadas. Le dije: "Maricón, ¿esto es lo que hacés cuando tenés que enterrar a tu reina? Acordate de San Pedro, que se durmió cuando lo mataban a Cristo." Después me agradeció.
Miró la calle. "Coca" dice el letrero, plata sobre rojo. "Cola" dice el letrero, plata sobre rojo. La pupila inmensa crece, círculo rojo tras concéntrico círculo rojo, invadiendo la noche, la ciudad, el mundo. "Beba".
-Beba -dice el coronel.
Bebo.
-¿Me escucha?
-Lo escucho.
Le cortamos un dedo.
-¿Era necesario?
El coronel es de plata, ahora. Se mira la punta del índice, la demarca con la uña del pulgar y la alza.
-Tantito así. Para identificarla.
-¿No sabían quién era?
Se ríe. La mano se vuelve roja. "Beba".
-Sabíamos, sí. Las cosas tienen que ser legales. Era un acto histórico, ¿comprende?
-Comprendo.
-La impresión digital no agarra si el dedo está muerto. Hay que hidratarlo. Más tarde se lo pegamos.
-¿Y?
-Era ella. Esa mujer era ella.
-¿Muy cambiada?
-No, no, usted no me entiende. Igualita. Parecía que iba a hablar, que iba a... Lo del dedo es para que todo fuera legal. El profesor R. controló todo, hasta le sacó radiografías.
-¿El profesor R.?
-Sí. Eso no lo podía hacer cualquiera. Hacía falta alguien con autoridad científica, moral.
En algún lugar de la casa suena, remota, entrecortada, una campanilla. No veo entrar a la mujer del coronel, pero de pronto esta ahí, su voz amarga, inconquistable.
-¿Enciendo?
-No.
-Teléfono.
-Deciles que no estoy.
Desaparece.
-Es para putearme -explica el coronel-. Me llaman a cualquier hora. A las tres de la madrugada, a las cinco.
-Ganas de joder -digo alegremente.
-Cambié tres veces el número del teléfono. Pero siempre lo averiguan.
-¿Qué le dicen?
-Que a mi hija le agarre la polio. Que me van a cortar los huevos. Basura.
Oigo el hielo en el vaso, como un cencerro lejano.
-Hice una ceremonia, los arengué. Yo respeto las ideas, les dije. Esa mujer hizo mucho por ustedes. Yo la voy a enterrar como cristiana. Pero tienen que ayudarme.
El coronel está de pie y bebe con coraje, con exasperación, con grandes y altas ideas que refluyen sobre él como grandes y altas olas contra un peñasco y lo dejan intocado y seco, recortado y negro, rojo y plata.
-La sacamos en un furgón, la tuve en Viamonte, después en 25 de Mayo, siempre cuidándola, protegiéndola, escondiéndola. Me la querían quitar, hacer algo con ella. La tapé con una lona, estaba en mi despacho, sobre un armario, muy alto. Cuando me preguntaban qué era, les decía que era el transmisor de Córdoba, la Voz de la Libertad.
Ya no sé dónde está el coronel. El reflejo plateado lo busca, la pupila roja. Tal vez ha salido. Tal vez ambula entre los muebles. El edificio huele vagamente a sopa en la cocina, colonia en el baño, pañales en la cuna, remedios, cigarrillos, vida, muerte.
-Llueve -dice su voz extraña.
Miro el cielo: el perro Sirio, el cazador Orión.
-Llueve día por medio -dice el coronel-. Día por medio llueve en un jardín donde todo se pudre, las rosas, el pino, el cinturón franciscano.
Dónde, pienso, dónde.
-¡Está parada! -grita el coronel-. ¡La enterré parada, como Facundo, porque era un macho!
Entonces lo veo, en la otra punta de la mesa. Y por un momento, cuando el resplandor cárdeno lo baña, creo que llora, que gruesas lágrimas le resbalan por la cara.
-No me haga caso -dice, se sienta-. Estoy borracho.
Y largamente llueve en su memoria.
Me paro, le toco el hombro.
-¿Eh? -dice- ¿Eh? -dice.
Y me mira con desconfianza, como un ebrio que se despierta en un tren desconocido.
-¿La sacaron del país?
-Sí.
-¿La sacó usted?
-Sí.
-¿Cuántas personas saben?
-DOS.
-¿El Viejo sabe?
Se ríe.
-Cree que sabe.
-¿Dónde?
No contesta.
-Hay que escribirlo, publicarlo.
-Sí. Algún día.
Parece cansado, remoto.
-¡Ahora! -me exaspero-. ¿No le preocupa la historia? ¡Yo escribo la historia, y usted queda bien, bien para siempre, coronel!
La lengua se le pega al paladar, a los dientes.
-Cuando llegue el momento... usted será el primero...
-No, ya mismo. Piense. Paris Match. Life. Cinco mil dólares. Diez mil. Lo que quiera.
Se ríe.
-¿Dónde, coronel, dónde?
Se para despacio, no me conoce. Tal vez va a preguntarme quién soy, qué hago ahí.
Y mientras salgo derrotado, pensando que tendré que volver, o que no volveré nunca. Mientras mi dedo índice inicia ya ese infatigable itinerario por los mapas, uniendo isoyetas, probabilidades, complicidades. Mientras sé que ya no me interesa, y que justamente no moveré un dedo, ni siquiera en un mapa, la voz del coronel me alcanza como una revelación.
-Es mía -dice simplemente-. Esa mujer es mía.
HOLA GAUCHO
COMO SIEMPRE QUE TU RELATO ES LARGO, ME LO LLEVO A WORD PARA LEERLO CON TRANQUILIDAD, YA QUE A MEDIO DIA, MI TIEMPO SE LIMITA MUCHO Y NO TENGO TIEMPO
GRACIAS POR ESE LINDO POEMA QUE ME HAS DEJADO EN MI ESPACIO
ME ALEGRO QUE TE GUSTARA MI PEQUEÑO HOMENAJE, SABES QUE TE APRECIO DE VERDAD, QUE MI CONFIANZA EN TI ES CIEGA, Y POR ESO ES LO MENOS QUE TE MERECES.
QUE TENGAS UN BONITO DIA
BESITOS
ola apso rapido!
¡Hola Gaucho!
Precioso texto del desaparecido escritor y periodista argentino Rodolfo Walsh. Gracias por compartirlo.
Saludos
¡elgauchobesuqueiro, hoy cumples 1 año/s como usuario de miarroba.com!Queremos celebrarlo contigo y agradecerte la confianza que has depositado en nosotros. Gracias a usuarios como tú, ya sois más de 3.500.000 usuarios registrados los que disfrutáis de los servicios de miarroba.com
Quienes hacemos miarroba.com te damos las gracias y seguiremos contando contigo para continuar construyendo ¡la Comunidad de webmasters y usuarios más grande de toda internet!
YA TENGO UN AÑITO .....
Y MUCHOS AMIGOS ....
ME MERESCO UN POEMA DE MARIO.....
CERO
Mi saldo disminuye cada día
qué digo cada día
cada minuto cada
bocanada de aire
muevo mis dedos como si pudieran
atrapar o atraparme
pero mi saldo disminuye
muevo mis ojos como si pudieran
entender o entenderme
pero mi saldo disminuye
muevo mis pies cual si pudieran
acarrear o acarrearme
pero mi saldo disminuye
mi saldo disminuye cada día
qué digo cada día
cada minuto cada
bocanada de aire
y todo porque ese
compinche de la muerte
el cero
está esperando
BENEDETTI
HOLA CIELO MUCHISIMAS FELICIDADES POR ESTE AÑO
ESPERO PODER SEGUIR DEISTRANDO DE TUS RELATOS
MUCVHOS AÑOS MAS
UN BESO
Para tu cumpleaños...
Deseo que recibas
estos regalos especiales.
Felicidad, en lo profundo de tu ser.
Serenidad, con cada amanecer.
Exito, en cada respecto.
Sinceridad, de amigos que te quieran.
Amor, que sea eterno.
Recuerdos entrañables, de momentos del ayer.
Un presente esplendoroso repleto de bendiciones.
Un sendero, que conduzca a un hermoso mañana.
Anhelos, que se conviertan en realidad.
Y reconocimientos, de todas las cosas maravillosas
que hay en ti.
¡Que tengas un cumpleaños muy feliz!
hola!! para este primer año bien vale
el poema de felicidades!
miarroba es especial y tu espacio
un digno reprensentante de nuestro paìs!
un beso
HOLA CIELO
DEJE ALGO PARA TI EN MI ESPACIO, MI PEQUEÑO HOMENAJE A ESTE AÑO DE AMISTAD INCUESTIONABLE QUE HEMOS TENIDO
UN BESO
Hola Hector!!!
Muchas Felicidades!!
Q tengas un dia estupendo!
Cariños, Maku
hola gaucho felicidades por ese primer año aqui a mi m queda un mes exacto asi q bueno en fin felicidades muakkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk patri
En una aldea había un anciano muy pobre, pero hasta los reyes lo envidiaban porque poseía un hermoso caballo blanco.
Los reyes le ofrecieron cantidades fabulosas por el caballo, pero el hombre decía: "Para mí, él no es un caballo, es una persona. ¿Y cómo se puede vender a una persona, a un amigo?" Era un hombre pobre pero nunca vendió su caballo.
Una mañana descubrió que el caballo ya no estaba en el establo. Todo el pueblo se reunió diciendo:
-Viejo estúpido. Sabíamos que algún día le robarían su caballo. Hubiera sido mejor que lo vendieras. ¡Qué desgracia!
-No vayan tan lejos -dijo el viejo-. Simplemente digan que el caballo no estaba en el establo. Este es el hecho, todo lo demás es juicio de ustedes. Si es una desgracia o una suerte, yo no lo sé, porque esto apenas es un fragmento.¿Quién sabe lo que va a suceder mañana?
La gente se rió del viejo. Ellos siempre habían sabido que estaba un poco loco. Pero después de 15 días, una noche el caballo regresó. No había sido robado, se había escapado. Y no sólo eso, sino que trajo consigo una docena de caballos salvajes.
De nuevo se reunió la gente diciendo:
-Tenías razón, viejo. No fue una desgracia sino una verdadera suerte.
-De nuevo están yendo demasiado lejos -dijo el viejo-. Digan sólo que el caballo ha vuelto... ¿quién sabe si es una suerte o no? Es sólo un fragmento. Están leyendo apenas una palabra en una oración. ¿Cómo pueden juzgar el libro entero?
Esta vez la gente no pudo decir mucho más, pero por dentro sabían que estaba equivocado. Habían llegado doce caballos hermosos...
El viejo tenía un hijo que comenzó a entrenar a los caballos. Una semana más tarde se cayó de un caballo y se rompió las dos piernas. La gente volvió a reunirse y a juzgar:
-De nuevo tuviste razón -dijeron-. Era una desgracia. Tu único hijo ha perdido el uso de sus piernas y a tu edad él era tu único sostén. Ahora estás más pobre que nunca.
-Están obsesionados con juzgar -dijo el viejo-. No vayan tan lejos, sólo digan que mi hijo se ha roto las dos piernas. Nadie sabe si es una desgracia o una fortuna. La vida viene en fragmentos y nunca se nos da más que esto.
Sucedió que pocas semanas después el país entró en guerra y todos los jóvenes del pueblo eran llevados por la fuerza al ejército. Sólo se salvó el hijo del viejo porque estaba lisiado. El pueblo entero lloraba y se quejaba porque era una guerra perdida de antemano y sabían que la mayoría de los jóvenes no volverían.
-Tenías razón, viejo, era una fortuna. Aunque tullido, tu hijo aún está contigo. Los nuestros se han ido para siempre.
-Siguen juzgando -dijo el viejo-. Nadie sabe. Sólo digan que sus hijos han sido obligados a unirse al ejército y que mi hijo no ha sido obligado. Sólo Dios sabe si es una desgracia o una suerte que así suceda.
No juzgues o jamás serás uno con el todo. Te quedarás obsesionado con fragmentos, sacarás conclusiones de pequeñas cosas. Una vez que juzgas, has dejado de crecer.
FIN
¡Hola Gaucho!
Precioso cuento. Creo que ya lo había leido, pero es estupendo recordarlo. Y es que nadie sabe lo que nos aguarda mañana.
Que tengas buen fin de semana. Saludos
HOLA GAUCHO
CONOCIA LA HISTORIA, Y EN VERDAD ENCIERRA ENSEÑANZAS Y ES MUY SABIO, LASTIMA QUE LA MAYORIA NO TENGAMOS NI LA MITAD DEL SENTIDO COMUN DEL ANCIANO DE LA HISTORIA.
BESITOS, QUE TENGAS UN BONITO DOMINGO
hola q lindo flog esta interesante de verdad me gustan mucho los caballo son hermosos
besos estas en mis favortios
pasas x mi flog ?
VERANO
Voy a cerrar la tarde
se acabó
no trabajo
tiene la culpa el cielo
que urge como un río
tiene la culpa el aire
que está ansioso y no cambia
se acabó
no trabajo
tengo los dedos blandos
la cabeza remota
tengo los ojos llenos
de sueños
yo que sé
veo sólo paredes
se acabó
no trabajo
paredes con reproches
con órdenes
con rabia
pobrecitas paredes
con un solo almanaque
se acabó
no trabajo
que gira lentamente
dieciséis de diciembre.
Iba a cerrar la tarde
pero suena el teléfono
sí señor enseguida
comonó cuandoquiera.
Mario Benedetti
PARA TI MI DIOSA QUE PASAS EN LA OFICINA....
JAJAJAJAJA
MI QUERIDO GAUCHO, AHORA MISMO ME ESTOY RIENDO A CARCAJADA LIMPIA. CUANTO DE VERDAD ENCIERRA EN ESOS VERSOS BENEDETTI. Y NO TE CREAS QUE LO DE LA LLAMADA JUSTO CUANDO YA PARECE QUE VAS A SALIR ES RARA, AL CONTRARIO ES LO HABITUAL JAJAJAJA.
QUE ESPECIAL ERES, GAUCHO, LO SABES, ESOS POEMAS QUE ME DEJAS EN MI ESPACIO, ESTAS ACTUALIZACIONES TAN GENIALES QUE HACES TE HACEN MUY ESPECIAL. PERO PARA MI LO MAS ESPECIAL, ERES TU, MI QUERIDO Y FIEL AMIGO DEL OTRO LADO DEL CHARCO.
QUE TENGAS UN BONITO DIA
BESITOS
ME VOY RIENDO, DE AQUI, QUE DE LA OFICINA, AUN ME QUEDAN UNAS HORITAS.
Hola cielo muy buen poema
para diosa la pobre no ve mas que oficina
gracias por tu lindo poema en mi log
un beso
hola gaucho,
que decir de Benedetti?
que es universal pero nuestro!!
besos, feliz fin de semana,
tu fotolog està hermoso,
con todos estos cuentos,
cariños,.
Los bomberos
(La muerte y otras sorpresas, 1968)
Olegario no sólo fue un as del presentimiento, sino que además siempre estuvo muy orgulloso de su poder. A veces se quedaba absorto por un instante, y luego decía: Mañana va a llover. Y llovía. Otras veces se rascaba la nuca y anunciaba: El martes saldrá el 57 a la cabeza. Y el martes salía el 57 a la cabeza. Entre sus amigos gozaba de una admiración sin límites.
Algunos de ellos recuerdan el más famoso de sus aciertos. Caminaban con él frente a la Universidad, cuando de pronto el aire matutino fue atravesado por el sonido y la furia de los bomberos. Olegario sonrió de modo casi imperceptible, y dijo: Es posible que mi casa se esté quemando.
Llamaron un taxi y encargaron al chofer que siguiera de cerca a los bomberos. Éstos tomaron por Rivera, y Olegario dijo: Es casi seguro que mi casa se esté quemando. Los amigos guardaron un respetuoso y afable silencio; tanto lo admiraban.
Los bomberos siguieron por Pereyra y la nerviosidad llegó a su colmo. Cuando doblaron por la calle en que vivía Olegario, los amigos se pusieron tiesos de expectativa. Por fin, frente mismo a la llameante casa de Olegario, el carro de bomberos se detuvo y los hombres comenzaron rápida y serenamente los preparativos de rigor. De vez en cuando, desde las ventanas de la planta alta, alguna astilla volaba por los aires.
Con toda parsimonia, Olegario bajó del taxi. Se acomodó el nudo de la corbata, y luego, con un aire de humilde vencedor, se aprestó a recibir las felicitaciones y los abrazos de sus buenos amigos.
Hola cielo otra bella historia
nos dejas hoy
un beso
HOLA GAUCHO
JAJAJAJA ME HE REIDO UN MONTON CON LA ANECDOTA QUE NOS PONES, AUNQUE CLARO, VINIENTO DEL MAESTRO BENEDETTI NO PUEDE SER MAS QUE MAGISTRAL
ESPERO QUE ESTE BIEN CIELO
BESITOS, QUE TENGAS UN BONITO DIA
HOLA POBRE "OLEGARIO"
UN TANTO PECULIAR SU
ULTIMA CERTESA
BESITOS QUE TE ENCUENTRES BIEN
ALI....
hola gaucho perdona q no haya venido antes a verte ya estoy aqui profunda historia llega muy adentro pero m gusta smuaaaaaaaaaaaaaaaaakkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk patri
La tortuga gigante
Había una vez un hombre que vivía en Buenos Aires, y estaba muy contento porque era un hombre sano y trabajador. Pero un día se enfermó, y los médicos le dijeron que solamente yéndose al campo podría curarse. Él no quería ir, porque tenía hermanos chicos a quienes daba de comer; y se enfermaba cada día más. Hasta que un amigo suyo, que era director del Zoológico, le dijo un día:
Usted es amigo mío, y es un hombre bueno y trabajador. Por eso quiero que se vaya a vivir al monte, a hace mucho ejercicio al aire libre para curarse. Y como usted tiene mucha puntería con la escopeta, cace bichos del monte para traerme los cueros, y yo le daré plata adelantada para que sus hermanitos puedan comer bien.
El hombre enfermo aceptó, y se fue a vivir al monte, lejos, más lejos que Misiones todavía. Hacía allá mucho calor, y eso le hacía bien.
Vivía solo en el bosque, y él mismo se cocinaba. Comía pájaros y bichos del monte, que cazaba con la escopeta, y después comía frutos. Dormía bajo los árboles, y cuando hacía mal tiempo construía en cinco minutos una ramada con hojas de palmera, y allí pasaba sentado y fumando, muy contento en medio del bosque que bramaba con el viento y la lluvia.
Había hecho un atado con los cueros de los animales, y lo llevaba al hombro. Había también agarrado vivas muchas víboras venenosas, y las llevaba dentro de un gran mate, porque allá hay mates tan grandes como una lata de kerosene.
El hombre tenía otra vez buen color, estaba fuerte y tenía apetito. Precisamente un día que tenía mucha hambre, porque hacía dos días que no cazaba nada, vio a la orilla de una gran laguna un tigre enorme que quería comer una tortuga, y la ponía parada de canto para meter dentro una pata y sacar la carne con las uñas. Al ver al hombre el tigre lanzó un rugido espantoso y se lanzó de un salto sobre él. Pero el cazador, que tenía una gran puntería, le apuntó entre los dos ojos, y le rompió la cabeza. Después le sacó el cuero, tan grande que él solo podría servir de alfombra para un cuarto.
Ahora se dijo el hombre, voy a comer tortuga, que es una carne muy rica.
Pero cuando se acercó a la tortuga, vio que estaba ya herida, y tenía la cabeza casi separada del cuello, y la cabeza colgaba casi de dos o tres hilos de carne.
A pesar del hambre que sentía, el hombre tuvo lástima de la pobre tortuga, y la llevó arrastrando con una soga hasta su ramada y le vendó la cabeza con tiras de género que sacó de su camisa, porque no tenía más que una sola camisa, y no tenía trapos. La había llevado arrastrando porque la tortuga era inmensa, tan alta como una silla, y pesaba como un hombre.
La tortuga quedó arrimada a un rincón, y allí pasó días y días sin moverse.
El hombre la curaba todos los días, y después le daba golpecitos con la mano sobre el lomo.
La tortuga sanó por fin. Pero entonces fue el hombre quien se enfermó. Tuvo fiebre, y le dolía todo el cuerpo.
Después no pudo levantarse más. La fiebre aumentaba siempre, y la garganta le quemaba de tanta sed. El hombre comprendió entonces que estaba gravemente enfermo, y habló en voz alta, aunque estaba solo, porque tenía mucha fiebre.
Voy a morir dijo el hombre. Estoy solo, ya no puedo levantarme más, y no tengo quien me dé agua, siquiera. Voy a morir aquí de hambre y de sed.
Y al poco rato la fiebre subió más aún, y perdió el conocimiento.
Pero la tortuga lo había oído, y entendió lo que el cazador decía. Y ella pensó entonces:
El hombre no me comió la otra vez, aunque tenía mucha hambre, y me curó. Yo le voy a curar a él ahora.
Fue entonces a la laguna, buscó una cáscara de tortuga chiquita, y después de limpiarla bien con arena y ceniza la llenó de agua y le dio de beber al hombre, que estaba tendido sobre su manta y se moría de sed. Se puso a buscar enseguida raíces ricas y yuyitos tiernos, que le llevó al hombre para que comiera. El hombre comía sin darse cuenta de quién le daba la comida, porque tenía delirio con la fiebre y no conocía a nadie.
Todas las mañanas, la tortuga recorría el monte buscando raíces cada vez más ricas para darle al hombre, y sentía no poder subirse a los árboles para llevarle frutas.
El cazador comió así días y días sin saber quién le daba la comida, y un día recobró el conocimiento. Miró a todos lados, y vio que estaba solo, pues allí no había más que él y la tortuga, que era un animal. Y dijo otra vez en voz alta:
Estoy solo en el bosque, la fiebre va a volver de nuevo, y voy a morir aquí, porque solamente en Buenos Aires hay remedios para curarme. Pero nunca podré ir, y voy a morir aquí.
Pero también esta vez la tortuga lo había oído, y se dijo:
Si queda aquí en el monte se va a morir, porque no hay remedios, y tengo que llevarlo a Buenos Aires.
Dicho esto, cortó enredaderas finas y fuertes, que son como piolas, acostó con mucho cuidado al hombre encima de su lomo, y lo sujetó bien con las enredaderas para que no se cayese. Hizo muchas pruebas para acomodar bien la escopeta, los cueros y el mate con víboras, y al fin consiguió lo que quería, sin molestar al cazador, y emprendió entonces el viaje.
La tortuga, cargada así, caminó, caminó y caminó de día y de noche. Atravesó montes, campos, cruzó a nado ríos de una legua de ancho, y atravesó pantanos en que quedaba casi enterrada, siempre con el hombre moribundo encima. Después de ocho o diez horas de caminar, se detenía, deshacía los nudos, y acostaba al hombre con mucho cuidado, en un lugar donde hubiera pasto bien seco.
Iba entonces a buscar agua y raíces tiernas, y le daba al hombre enfermo. Ella comía también, aunque estaba tan cansada que prefería dormir.
A veces tenía que caminar al sol; y como era verano, el cazador tenía tanta fiebre que deliraba y se moría de sed. Gritaba: ¡agua!, ¡agua!, a cada rato. Y cada vez la tortuga tenía que darle de beber.
Así anduvo días y días, semana tras semana. Cada vez estaban más cerca de Buenos Aires, pero también cada día la tortuga se iba debilitando, cada día tenía menos fuerza, aunque ella no se quejaba. A veces se quedaba tendida, completamente sin fuerzas, y el hombre recobraba a medias el conocimiento. Y decía, en voz alta:
Voy a morir, estoy cada vez más enfermo, y sólo en Buenos Aires me podría curar. Pero voy a morir aquí, solo, en el monte.
Él creía que estaba siempre en la ramada, porque no se daba cuenta de nada. La tortuga se levantaba entonces, y emprendía de nuevo el camino.
Pero llegó un día, un atardecer, en que la pobre tortuga no pudo más. Había llegado al límite de sus fuerzas, y no podía más. No había comido desde hacía una semana para llegar más pronto. No tenía más fuerza para nada.
Cuando cayó del todo la noche, vio una luz lejana en el horizonte, un resplandor que iluminaba el cielo, y no supo qué era. Se sentía cada vez más débil, y cerró entonces los ojos para morir junto con el cazador, pensando con tristeza que no había podido salvar al hombre que había sido bueno con ella.
Y sin embargo, estaba ya en Buenos Aires, y ella no lo sabía. Aquella luz que veía en el cielo era el resplandor de la ciudad, e iba a morir cuando estaba ya al fin de su heroico viaje.
Pero un ratón de la ciudad posiblemente el ratoncito Pérez encontró a los dos viajeros moribundos.
¡Qué tortuga! dijo el ratón. Nunca he visto una tortuga tan grande. ¿Y eso que llevas en el lomo, qué es? ¿Es leña?
No le respondió con tristeza la tortuga. Es un hombre.
¿Y adónde vas con ese hombre? añadió el curioso ratón.
Voy... voy... Quería ir a Buenos Aires respondió la pobre tortuga en una voz tan baja que apenas se oía. Pero vamos a morir aquí, porque nunca llegaré...
¡Ah, zonza, zonza! dijo riendo el ratoncito. ¡Nunca vi una tortuga más zonza! ¡Si ya has llegado a Buenos Aires! Esa luz que ves allá, es Buenos Aires.
Al oír esto, la tortuga se sintió con una fuerza inmensa, porque aún tenía tiempo de salvar al cazador, y emprendió la marcha.
Y cuando era de madrugada todavía, el director del Jardín Zoológico vio llegar a una tortuga embarrada y sumamente flaca, que traía acostado en su lomo y atado con enredaderas, para que no se cayera, a un hombre que se estaba muriendo. El director reconoció a su amigo, y él mismo fue corriendo a buscar remedios, con los que el cazador se curó enseguida.
Cuando el cazador supo cómo lo había salvado la tortuga, cómo había hecho un viaje de trescientas leguas para que tomara remedios, no quiso separarse más de ella. Y como él no podía tenerla en su casa, que era muy chica, el director del Zoológico se comprometió a tenerla en el Jardín, y a cuidarla como si fuera su propia hija.
Y así pasó. La tortuga, feliz y contenta con el cariño que le tienen, pasea por todo el jardín, y es la misma gran tortuga que vemos todos los días comiendo el pastito alrededor de las jaulas de los monos.
Hola cielo una preciosa historia
me encanto leerla
un beso y feliz semana
Hola cielo
Aunque es un cuento, la verdad es que deberiamos aprender mucho del mundo animal, si observamos, comprobariamos cosas asombrosas, que nos enseñarian a ser mejores
Espero que estes muy bien
Besitos
Hola Gaucho.
Se trata de un cuento pero deja una gran enseñanza,
el agradecimiento, el saber valorar lo que un día
alguien hizo por nosotros.
Que pases un feliz día, besos
Mano a mano
Música: Carlos Gardel / José Razzano
Letra: Celedonio Flores
Rechiflado en mi tristeza, te evoco y veo que has sido
en mi pobre vida paria sólo una buena mujer.
Tu presencia de bacana puso calor en mi nido,
fuiste buena, consecuente, y yo sé que me has querido
como no quisiste a nadie, como no podrás querer.
Se dio el juego de remanye cuando vos, pobre percanta,
gambeteabas la pobreza en la casa de pensión.
Hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta,
Ios morlacos del otario los jugás a la marchanta
como juega el gato maula con el mísero ratón.
Hoy tenés el mate lleno de infelices ilusiones,
te engrupieron los otarios, las amigas y el gavión;
la milonga, entre magnates, con sus locas tentaciones,
donde triunfan y claudican milongueras pretensiones,
se te ha entrado muy adentro en tu pobre corazón.
Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado;
no me importa lo que has hecho, lo que hacés ni lo que harás...
Los favores recibidos creo habértelos pagado
y, si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado,
en la cuenta del otario que tenés se la cargás.
Mientras tanto, que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros,
sean una larga fila de riquezas y placer;
que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos,
que te abrás de las paradas con cafishos milongueros
y que digan los muchachos: Es una buena mujer.
Y mañana, cuando seas descolado mueble viejo
y no tengas esperanzas en tu pobre corazón,
si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo,
acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo
pa'ayudarte en lo que pueda cuando llegue la ocasión.
HOLA GAUCHO TE DESEO QUE PASEN MUY LINDO DOMINGO JUNTO A TU FAMILIA SALUDOS.susana rust
Hola Gaucho.
Vaya, ya tiene añitos este tema ¿no?, pero es muy bonito, siempre me gusto saber bailar tango, pero no aprndi nunca, eso si me encanta verlo.
Besitos
HOLA
GRACIAS POR TU PIROPO.....
MUY BUEN TEMA ,YO TAMPOCO SE VAILAR TANGO
PASAME UN MATECITO JAJAJA
BESITOS