No hay peor ciego que el que no quiere ver..

A lo largo de nuestras vidas, se nos presentan situaciones muy difíciles de comprender. Nos cegamos ante aquello que no sabemos cómo resolver y lo peor es que nos mantenemos en una posición inflexible ante lo que desconocemos, en lugar de, intentar descifrar lo que se nos está presentando. Muchas veces, tenemos las soluciones justo ante nuestros ojos, pero no la vemos porque siempre queremos ir a lo complicado, a lo que nos representa un reto mayor, a lo que queremos que sea y no a lo que nos conviene que sea.
Debemos comenzar a visualizar cada cosa desde el punto de vista de lo que nos conviene y que no afecte negativamente a los demás. Debemos pensar en los demás tanto como en nosotros mismos, de esa forma, las cosas se irán resolviendo a su propio paso y de la forma más certera posible. La solución a todo problema la tenemos ante nosotros, es cuestión de quitar la venda de nuestros ojos y comenzar a mirar al mundo y al prójimo para un bienestar mutuo. Transformemos lo que somos en lo que debemos ser, cambiemos nuestros planes y decisiones cuando así sea necesario por el bienestar de todos; no podemos vivir en la terquedad, sólo por orgullo. Quitemos esa muralla que nos hace hundirnos sin remedio.
Miremos con amor, paciencia, voluntad y bondad hacia el mundo. Seamos luz para otros y para nosotros mismos; esa luz nos permitirá ver con claridad aun en la oscuridad.