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Toda mi vida soñando con ese momento y, simplemente, no sabia como actuar. Está bien - pensé poniendo una cara muy seria -, si eso es cierto tengo que repasar mi presentación. Coloqué mi mini falda y las medias en su sitio. Me ajusté la camiseta de tirantes negra. Bajé la mirada al suelo: mis botas estaban perfectamente limpias. Fase dos: el pelo. Pase las manos repasándome las colas y asegurándome que todos los pelos andaban en su sitio. Última fase: el maquillaje. Saqué de mi bolso un espejito que siempre llevaba precisamente para momentos como estos. Mi maquillaje también parecía estar correcto. Informe: misión de reconocimiento aprobada, descanse soldado, buen trabajo.
Mientras yo andaba con mis paranoias mentales, el grupito se había puesto en marcha y yo me havia quedado rezagada, así que comencé a andar con paso apresurado. Los alcancé sin problemas y si bien lo de aquella tarde, a lo que arreglarnos Marta y yo se refiere, había sido una proeza, no tropezarme con los cables que cubrían por completo aquel suelo había sido un absoluto milagro. Soy muy patosa y eso Marta lo sabia a la perfección. Si hubiese estado allí conmigo se hubiera puesto a aplaudir de asombro. De repente el grupo se detuvo.
- Hemos llegado anunció el hombre corpulento.
Los nervios comenzaban a pasar factura. Me temblaban las manos y tenia completamente colapsada la mente. El hombre abrió la puerta.
- Bien venidas, chicas dijo el hombre.
Los tres chicos estaban sentados en un sofá y al entrar todos giraron sus rostros hacia nosotras. La habitación era enorme. Un par o tres de espejos, una moqueta, una araña en el techo, dos sofás enormes, una mesa de centro adornada con un tapete y unas flores y, pegadas a las paredes, habían en total alrededor de cuatro aparadores que decoraban todo.
Continuará~~