LA CAUSA PRIMERA

Según el principio antrópico, el universo que conocemos necesariamente tenía que ser tal y como es, sin que cupiese otra posibilidad, puesto que en el big-bang estaban implícitas que después habrían de desarrollarse como energía, como espacio-tiempo, como materia y como evolución.

La composición químico-matemática con que se desarrollaría el universo ya estaba contenida en la cabeza de alfiler previa al big-bang. El azar no tenía cabida en el proceso cósmico, así como tampoco lo tuvo en la configuración de la cabeza de alfiler.

Por otra parte, tenemos que el universo manifiesta una serie de cualidades, tales como el orden, la belleza o la perfección, las cuales también que ser, necesariamente, inherentes a la cabeza de alfiler. No podían haberle sido conferidas al universo una vez puesto en movimiento por la gran explosión, porque entonces estaríamos aceptando la acción de un demiurgo, un ser no creador pero si ordenador, cuando ya hemos visto que la presencia del orden era necesaria desde un comienzo.

Así llegamos a un punto inicial del universo, de todo lo que conocemos, que sería la cabeza de alfiler, un punto inicial en que estarían presentes tantos elementos pertenecientes al mundo físico (los hoy día estudiados por la física, la cosmología y otras ciencias) como al mundo metafísico, algunos de los cuales (orden) se pueden relacionar con lo físico, pero otros (belleza, perfección, solidaridad...), no, sino que requieren un tratamiento diferenciado.

Y así llegamos también al reconocimiento de que ambos grupo de elementos físicos y metafísicos requieren de una causa común, una causa primera, anterior a todo cuanto se ha manifestado con posterioridad, que explique por qué el universo es tal y como lo conocemos y no distinto. Esta cuestión, la búsqueda de la causa primera, equivale a preguntarnos qué grupo de elementos, los físicos o los metafísicos, tuvieron más peso o mayor trascendencia en el punto inicial y en la evolución posterior al mismo, que ha terminado produciendo el universo que conocemos.

O dicho de otra manera: ¿son la fisica, la química o las matemáticas causa suficiente de todo cuanto vemos, o es necesaria de presencia de un ser sobrenatural?

La respuesta a esta pregunta no la vamos a encontrar en la física, ni en la química, ni en la cosmología, sino en algo mucho más cercano a nosotros: las flores.