Se considera que la evolución es un proceso global que concierne ya a todo el conjunto de especies que habitan un planeta o una biozona concreta, ya a todos los miembros de una especie, ya a todo un individuo. En unas condiciones normales, o pueden quedar, por tanto, individuos o partes de un individuo sin evolucionar.

Somos muy dados a buscar causas motrices de los procesos estudiados. Si una especie evoluciona o desaparece se debe a la acción del factor X, que queremos identificar a toda costa.

Esto ha ocurrido con la evolución humana. ¿Qué elemento de la estructura anatómica o de la interacción química lo ha causado?

Algunos han apuntado a la mano, cuya evolución en el sentido causador de la mano que actualmente tiene la humanidad ha permitido convertir en herramientas de trabajo multitud de objetos, en una proporción que no admite comparación con ninguna otra especie animal.No obstante, volvemos al principio: si no hay una capacidad para reconocer un objeto como una posible herramienta, ¿para qué sirve la mano? La evolución debe ser considerada como un hecho que afecta al total del conjunto considerado. Es decir, la evolución humana, ni de la de cualquier otra especie, no se da por órganos o por partes anatómicas, sino por todo el individuo, tanto, física, como química, como biológica, como psíquicamente.

Y esto nos devuelve, una vez más, a las viejas teorías de que el hombre ocupa el punto máximo de la evolución terrestre. Algunos dicen que por obra de una especie de inteligencia directora que ha dirigido toda la evolución de la energía desde que se produjo el big-bang, otros confían en el azar.

¿Pudo producirse una mano tan perfecta por azar? ¿O por un sistema de prueba y error repetido? La perfección de cada especie en sí misma descarta, en mi opinión, este sistema, y en cuanto al azar, la ausencia de especies mutantes sin posibilidades de progreso también lo descarta.