LA FOTOGRAFÍA KIRLIAN

En la imagen: una fotografía kirlian de una gota de sangre tras la toma de una flor de Bach. En el recuadro se recoge la zona donde dicha flor ha actuado, de forma que puede verse más detenidamente su efecto por comparación con el exterior de la misma. En esta ocasión, se ha administrado una sola flor; de no haber sido necesaria su administración (por ejemplo, si le damos mímulo a alguien que no tiene miedo), no se habría producido ningún efecto. Si le hubiésemos hecho un diagnóstico diferenciado y le hubiésemos dado las tres o cuatro flores necesarias, hubiésemos visto en la fotografía un efecto más generalizado, que abarcaría toda la superficie de la gota de sangre y con una luminosidad mayor en toda ella.

El objetivo de todo tratamiento con las flores de Bach es que la persona recupere la luminosidad natural e innata que le corresponde tener.



La acción de las flores de Bach es vibratoria. Se trata de una nueva categoría medicinal, en la que la dosis no tiene importancia, al contrario de lo que ocurre con la medicina alopática, con la homeopática y con la natural, y tampoco está causada por el movimiento de la energía, como ocurre con la acupuntura. La medicina vibratoria es distinta; en todo caso, se parece a la acupuntura en que causa un movimiento de energía, pero no a través de unos canales conocidos y con unos efectos determinados, sino que la energía envuelve al paciente, actuando a través de su aura, restableciendo el equilibrio perdido.

La forma en que Bach elaboraba sus preparados florales es muy sencilla: cuando la flor estaba en su mejor momento, tomaba unos pétalos, procurando no dañar a la flor, y los echaba en el agua pura de un manantial cercano, dejándolos reposar unas horas bajo el efecto del sol. Después tomaba esa agua, que se impregnado con la cualidad de la flor, y a partir de ella comenzaba los tratamientos.

Pero no administraba esta tintura directamente a los pacientes. Sino que, cuando uno la precisaba, hacía una primera dilución, echando en un frasco con agua pura unas gotas de la tintura. Y el paciente, cuando se la iba a tomar, podía hacerlo de varias maneras: echándose una gota de esa dilución en la muñeca o en la frente, frotando sobre ese sitio, o echando tres gotas (que es el método más recomendado) en un vaso de agua,. Del que se va tomando un sorbo unas tres o cuatro veces al día.

Cada vez que se toma un sorbo, no importa qué cantidad se beba. Da igual que se tome un vaso entero cada vez o un simple trago; como el efecto no tiene nada que ver con la dosis tomada, no importa qué cantidad se tome. El caso es que el principio energético pasa al paciente, a quien se lo aplica sobre la piel, directamente bajo la lengua o mediante un sorbo de un vaso de agua. Esta energía vibratoria puede ser captada mediante una cámara kirlian, con la que obtendremos una foto como la que abre este pic y con las que sobradamente se ha documentado el efecto que las flores de Bach causan sobre el aura humana.

Una persona puede sentir, por ejemplo, un miedo vago, indeterminado, al que no sabe ponerle nombre; por ejemplo, a las cucarachas, a la noche, a que lo asalten y le roben, a ... Esa emoción produce en él una vibración pobre. Si pudiéramos captar (siempre con la cámara kirlian) la vibración de una persona perfectamente equilibrada y desarrollada, captaríamos una especie de sol radiante; todos los estados desequilibrados le restan tanto radiación como color a ese sol, y según el número y potencia de los desequilibrios (que además pueden ser positivos o negativos), el efecto será mayor o menor en esa pérdida de luminosidad. Pero cuando a la persona de nuestro ejemplo le damos álamo temblón, el sol del que hablamos recuperará una parte más o menos importante de su brillo y color.

A partir de esta evidencia de sobra comprobada y documentada, vamos a regresar a donde dejamos nuestra búsqueda de esa causa primera: tenemos un mundo físico, en el que estaría la persona con sus males y enfermedades, así como la fuerza radiante que se manifiesta a través de otros medios perceptivos distintos de nuestros sentidos; y tenemos un mundo metafísico, donde está el miedo, la inseguridad... en su mente y su espíritu. ¿Cuál de ellas domina a cuál?

El primer elemento, como desencadenante de la curación, a analizar es la esencia floral. Por definición, un elixir floral (o esencia floral) es el producto obtenido tras poner unos pétalos de la flor, cortados a primera hora de la mañana y procurando no hacer sufrir a la planta, en un reciente lleno de agua pura de manantial, hasta llenarlo, y se lo deja expuesto a la acción solar, Este es el conocido como método clásico, el ideado por el propio Bach,

Se trata, por lo tanto, de la combinación de sustancias químicas muy sencillas (extraídas mediante la acción del calor natural de los pétalos) con un soporte (agua pura de manantial), en el cual se conserva, si se respetan unas mínimas condiciones, su vibración durante un tiempo indefinido.

En esta sustancia vibratoria no hay ningún elemento de los que conocemos como activos a niveles mentales o emocionales, sustancias que son mucho más complejas que las presentes. Entonces, si no hay ningún elemento físico que determine su acción, ¿cómo es esta posible?

La vibración está presente en todo cuanto existe, desde un fotón hasta cualquier objeto visible o invisible. Y no tiene en todo la misma intensidad. A través del electroencefalograma, ya tenemos conocimiento de en qué vibraciones se maneja independientemente de esto, no hay nada más universal (a excepción de la luz y del color) que la presencia de la vibración, hasta que tal punto que parece ser una de las primeras manifestaciones que, tras el big-bang, podemos hallar de la causa primera que existía antes de la misma y que es la causa del orden y perfección en que todo se ha desarrollado.

Su importancia es tal que cada cosa existente queda identificada por esa vibración y que parece representar el ideal de perfección a alcanzar por cada cosa. El mundo físico, observable, es una evolución continuada de las formas, perfectamente observada por la cosmología, la geología y la biología; formas que, bajo la acción humana, caen en el desorden y en la imperfección a todos los niveles. Sin embargo, esa vibración tiene un poder restaurador que actúa a un nivel más básico que todas las demás medicinas.

Consecuentemente, pertenece a unos niveles más profundos, a ese mundo metafísico del que hablábamos, a esa inteligencia que lo ha ordenado todo con vistas a la perfección final a alcanzar. Esta inteligencia está, por lo tanto, por encima del mundo físico y es la que lo determina.