LOS DESEQUILIBRIOS

Se dice que el universo entero se mueve hacia la entropía, es decir que cada vez puede utilizarse menos energía para producir trabajo, porque el desorden es creciente. Y si lo es a escala macrocósmica, no sería de extrañar que también lo fuera a escala humana. De hecho, cada vez el desorden reina más en nuestras mentes: según una estadística reciente, más del 20% de los españoles padece algún desequilibrio mental y un 10% de esquizofrenia en algún grado.

El equilibrio es un estado ideal. Una balanza debe estar perfectamente calibrada para que conserve sus dos brazos en equilibrio, lo usual es que se de un ligero desequilibrio, permisible dentro de unos márgenes que no alteren la función de la balanza. Pues bien, con la mente humana ocurre otro tanto. Lo mismo que un equilibrista andando sobre el alambre con la ayuda de una pértiga que sostiene horizontalmente en sentido perpendicular al alambre, para mantener el centro gravitatorio hace falta una masa fuerte, para compensar los desequilibrios que se producen, hace falta tener también una masa importante en el centro personal.

No es posible identificar una mente que funcione en perfecto equilibrio. Porque, para hacerlo, sería necesario, primero, conocer las características de semejante estado ideal y, segundo, que quien la identificase no tuviese ningún desequilibrio compensador que pasase por alto la observación de un desequilibrio determinado. Por lo tanto, es más factible la definición del estado de desequilibrio.

Se trata de un desorden temporal o permanente de los procesos psíquicos que da lugar a ideas, pensamientos o conductas nuevas para el sujeto, que afectan al mismo o a su entorno. Mientras que el grado de afección sea tolerable para el desenvolvimiento propio o ajeno, la sociedad no lo considera problemático. Porque si el orden solamente puede darse dentro de un conjunto que se estructura según una premisa o intencionalidad, el equilibrio/desequilibrio implica una relación dinámica entre dos, cuyos flujos modificarán el juego de balanzas y alterarán la relación establecida.

Adaptarse a una situación dada es posible de dos formas: impositiva, intentando que sea el otro quien se acomode a nosotros, o adaptativa, procurando pasar desapercibido, aceptando otras formas de ver la situación, etc. En todo caso, el juego de balanzas se modifica y el desequilibrio se produce, justificándose con unas ideas y promoviendo unos comportamientos que, en base a su repetición, irán haciéndose habituales.

Una persona forma parte de un orden social y, dentro del cual, de una cantidad ilimitada de relaciones, que vivirá en equilibrio de una forma momentánea y puntual, siendo las más de las veces desequilibradas. Como decía antes, si el desequilibrio se mantiene dentro de unos ciertos márgenes, se producirá una compensación y no se ocasionará un problema. Podemos tomar un ejemplo orgánico: si una persona bebe alcohol, su hígado tendrá que realizar un trabajo mayor que si no lo bebe; si lo hace de forma habitual, este órgano tendrá que acomodar todo su funcionamiento, alternando el juego de balanzas con los demás órganos y funciones; pero si la exigencia sobrepasa unos límites, comenzará a dar problemas, con lo que enfermará y alterará todo el funcionamiento orgánico de esa persona.

Los desequilibrios mentales tienen una causa inmediata en estos juegos de interacciones que se establecen con los demás. Forman una red sin final, en la que solo es posible intentar alcanzar una situación no problemática para la sociedad en la que el sujeto pueda vivir sin sentirse fuera de sitio. Pero su causa final, el punto germinal, está situado dentro del propio individuo, concretamente en lo que entiende como realidad.

Sin entrar en las mil teorías que existen acerca de la realidad, es como si dijéramos: ¿yo soy lo que yo quiero ser, o soy lo que los demás quieren de mí? En el primer caso, cuando soy realmente yo, el cuerpo etérico tiene una iridiscencia, un brillo y un color plenos; en el segundo, nos encontraremos con las habituales pérdidas de luz y de color que hemos visto con la fotografía kirlian.

Pero decir esto también es incurrir en idealismo. La conciencia de lo que yo soy se manifiesta gradualmente y requiere de mucho tiempo y esfuerzo para llegar a su plenitud; es un trabajo personal que en modo alguno puede descargarse sobre unas flores de Bach o cualquier otro método de ayuda. O la persona se esfuerza, o no avanza.

Para seguir viendo cómo los desequilibrios se establecen en el ser humano, vamos a echarle un vistazo a la medicina tradicional china, con sus meridianos energéticos y su forma de tratarlos.




En la imagen: situación de desequilibrio arquitectónico, en la que un elemento sobrecarga a otros para conservar su equilibrio.