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Pocos cementerios habrá más románticos en el mundo, más alejados del mundanal ruido, que elCementerio de los Ingleses, un pequeño cercado de granito en la salvaje ensenada do Trece, en el concello de Camariñas, a ocho kilómetros del faro del cabo Vilán yendo por la carretera de tierra que bordea la costa en dirección a Arou.
La noche del 10 de noviembre de 1890, el torpedero británicoSerpent, que no vio el faro, embarrancó y de la ira de Neptuno sólo se libraron tres tripulantes los demás, 172, fueron arrastrados hechos pedazos hasta esta ensenada y enterrados por los vecinos de Camariñas ahí mismo, a la vista de la duna rampante del monte Blanco.
Tras la catástrofe del Serpent, las autoridades británicas decidieron equipar a sus marineros con chalecos salvavidas y las españolas sustituir el viejo faro de vapor del cabo Vilán, en servicio desde 1854, por otro eléctrico con una torre octogonal de 25 metros de altura y señal visible a 31 millas.
El viaje definitivo
…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado.
mi espíritu errará, nostálgico…
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.