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En tiempos, las camisetas souvenir ponían aquello de “Alguien que me quiere mucho ha estado en tal sitio y me trajo esta camiseta”, lo cual dejaba en evidencia muchas cosas. La primera, el evidente mal gusto; la segunda, las ganas de convertirte en niño anuncio el resto del verano; la tercera, lo cutre: ¡llévame contigo de viaje, ya que tanto me quieres, no intentes calmar tu conciencia con esta birria!. Mi tía Ana, muy inteligente ella y aún más su actual compañía, me regala una camiseta del Milán, que es el nombre de un equipo de fútbol, no confundir con su tocaya la mítica goma de borrar, con siete copas de Europa en su Palmarés y un presente más nostálgico que prometedor de nuevas hazañas. ¡Gracias, tía Ana!. Solo espero que lo de Bacca, el nombre escrito en la espalda, no sea una indirecta por mi sobrepeso.
18/04/2017