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Comida y genes

La gente suele pensar en los alimentos como calorías, energía y sustento. Sin embargo, la evidencia más reciente sugiere que la comida también “habla” con nuestro genoma, que es el modelo genético que dirige la forma en que funciona el cuerpo hasta el nivel celular.

Esta comunicación entre los alimentos y los genes puede afectar su salud, fisiología y longevidad. La idea de que los alimentos envían mensajes importantes al genoma de un animal es el enfoque de un campo conocido como nutrigenómica

dna-1903318_1280© Proporcionado por Que Pasa dna-1903318_1280

Si la idea de que los alimentos pueden impulsar procesos biológicos al interactuar con el genoma suena asombrosa, no es necesario mirar más allá de una colmena para encontrar un ejemplo probado y perfecto de cómo sucede esto. Las abejas obreras trabajan sin parar, son estériles y viven solo unas pocas semanas. La abeja reina, sentada en lo profundo de la colmena, tiene una vida que dura años y una fecundidad tan potente que da a luz a una colonia entera.

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Y, sin embargo, las abejas obreras y reinas son organismos genéticamente idénticos. Se convierten en dos formas de vida diferentes debido a los alimentos que comen. La abeja reina se deleita con la jalea real; las abejas obreras se alimentan de néctar y polen. Ambos alimentos proporcionan energía, pero la jalea real tiene una característica adicional: sus nutrientes pueden desbloquear las instrucciones genéticas para crear la anatomía y fisiología de una abeja reina.

Entonces, ¿cómo se traduce la comida en instrucciones biológicas? Recuerda que los alimentos están compuestos por macronutrientes. Estos incluyen carbohidratos, o azúcares, proteínas y grasas. Los alimentos también contienen micronutrientes como vitaminas y minerales. Estos compuestos y sus productos de descomposición pueden desencadenar interruptores genéticos que residen en el genoma.

La jalea real, por ejemplo, contiene compuestos que activan los controladores genéticos para formar los órganos de la reina y mantener su capacidad reproductiva. En humanos y ratones, se sabe que los subproductos del aminoácido metionina, que abundan en la carne y el pescado, influyen en los diales genéticos que son importantes para el crecimiento y la división celular. Y la vitamina C juega un papel en mantenernos saludables al proteger el genoma del daño oxidativo; también promueve la función de las vías celulares que pueden reparar el genoma si se daña.

Según el tipo de información nutricional, los controles genéticos activados y la célula que los recibe, los mensajes en los alimentos pueden influir en el bienestar, el riesgo de enfermedades e incluso la duración de la vida

Curiosamente, la capacidad de los nutrientes para alterar el flujo de información genética puede extenderse a través de generaciones. 

Causa y efecto

Si nuestros cuerpos están influenciados por lo que hemos comido, hasta un nivel molecular, entonces lo que “comimos” los alimentos que consumimos también podría afectar nuestro genoma. 

De manera similar, la dieta de una madre humana cambia los niveles de ácidos grasos y vitaminas como B-6, B-12 y folato que se encuentran en la leche materna. Esto podría alterar el tipo de mensajes nutricionales que llegan a los propios interruptores genéticos del bebé.

Aditivos alimentarios y envases

Los ingredientes agregados en los alimentos también pueden alterar el flujo de información genética dentro de las células. Los panes y cereales están enriquecidos con folato para prevenir defectos de nacimiento causados por deficiencias de este nutriente. Pero algunos científicos plantean la hipótesis de que los altos niveles de folato en ausencia de otros micronutrientes naturales como la vitamina B-12 podrían contribuir a una mayor incidencia de cáncer de colon en los países occidentales, posiblemente al afectar las vías genéticas que controlan el crecimiento.

MARRAQUETA (4)© Proporcionado por Que Pasa MARRAQUETA (4)

Esto también podría ser cierto con los productos químicos que se encuentran en los envases de alimentos. El bisfenol A, o BPA, un compuesto que se encuentra en el plástico, activa diales genéticos en los mamíferos que son fundamentales para el desarrollo, el crecimiento y la fertilidad

Todos estos ejemplos apuntan a la posibilidad de que la información genética en los alimentos pueda surgir no solo de su composición molecular (los aminoácidos, las vitaminas y similares), sino también de las políticas agrícolas, ambientales y económicas de un país, o la falta de ellos.

Los investigadores aún desconocen cómo actúan los nutrientes sobre los interruptores genéticos.

Sin embargo, lo que está claro es que es probable que desentrañar los misterios de la nutrigenómica empodere a las sociedades y generaciones presentes y futuras.

*Mónica Dus, profesor asistente de Biología Molecular, Celular y del Desarrollo, Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan

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