la cuchara la inventó el hombre primitivo en la prehistoria hace 20.000 años. Al menos tal y como se entiende en el sentido moderno, de boca ancha a modo de escudilla provista de mango largo y puntiagudo.
Las primeras cucharas de la historia servían a su vez para trinchar carne, ya que en el fondo se trataba de una combinación de cuchara-tenedor-cuchillo, teniendo en uno los tres usos importantes de la mesa.
No obstante en el Antiguo Egipto fue donde se generalizó su uso. Habiéndose hallado en ajuares funerarios en la tumbas egipcias, cucharas de marfil, de piedra, de madera e incluso de oro, muestra de que aquella civilización dio mucha importancia a este objeto.
En la elaboración de aquellas antiguas cucharas egipcias se crearon pequeñas obras de arte. Los mangos servían como soporte donde esculpir pequeñas esculturas, como muestran algunos ejemplares hallados en Tebas con la figura de la diosa Isis, entre otras divinidades.
Su uso no fue privativo de la cocina o la mesa, sino que acaso sobresalieron las cucharas destinadas al ceremonial del templo: largas y hermosas cucharas estilizadas para incienso y sustancias olorosas.
También se utilizaron en cosmética cucharitas cuya empuñadura tenía forma humana o de animales sagrados. También en el templo de Salomón, del siglo X a.C., se empleaban cucharas de oro en el ceremonial y en la compleja liturgia.
Los antiguos griegos de clase pudiente utilizaron cucharas de oro, plata e incluso marfil, mientras que el pueblo llano las utilizaba cucharas de bronce o tallaba en madera sus enormes cucharas soperas con las que solían comer huevos, alimento al que eran muy aficionados. También ellos labraban en sus mangos bellas esculturas que realzaban el humilde utensilio.
EN ROMA
Los romanos dieron a la cuchara un uso adicional al fabricarlas con mangos puntiagudos que funcionaban como primitivos tenedores, ideales para comer marisco o romper el cascarón de los huevos. En última instancia, era frecuente emplear este utensilio únicamente para retirar del plato los huesos, desperdicios o la comida que no se llevaban a la boca.
Pero no hay que olvidar que en aquella época tanto el pueblo como los grandes señores utilizaban los dedos para comer, así comían también los héroes homéricos en el siglo VIII a.C.
En la Edad Media
La historia de la cuchara de mesa es básicamente occidental: en la edad media, un ciudadano que se preciara hacía lo posible por adquirir su cuchara de plata como signo de éxito y estatus.
Durante el siglo XV se pusieron de moda las “cucharas del Apóstol”. Eran de plata con la figura del santo patrón de la persona que la utilizaba, cuchara que no tardó en convertirse en el regalo ideal para los recién nacidos.
En tiempos de Cervantes se hablaba de cuchara o de “cuchar”, indicando que la etimología de la palabra remite a la voz latina cochlear, empleada para referirse al cucharón, término que recordaba el uso antiguo que tuvieron las conchas de mar utilizadas como cucharas.
Entre las gentes del campo era frecuente hacer cucharas de pan, para comer las lentejas, los garbanzos o las habas: terminada la comida se comían la cuchara, ya reblandecida y empapada.
Posteriormente, entre finales del siglo XVI, todo el siglo XVII y a lo largo del siglo XVIII, abundaron en gran manera las cucharas de plata en las casas de la burguesía y la nobleza.
Finalmente, las cucharas fueron llevadas por los españoles a América.