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Las mujeres himba dedican su tiempo al cuidado de la familia y de la tribu. Viven en chozas de paja con forma redonda afianzadas gracias a los excrementos de sus propias vacas. Con sus pieles se visten. Con su manteca se pintan la piel.
Cada mañana la mujer himba realiza una serie de rituales para su aseo curiosísimos. Dentro de sus chozas guardan numerosos frascos de barro con diferentes ungüentos. En uno de ellos, el más grande, es donde tienen la mezcla de manteca de vaca y el polvo resultante de machacar una piedras rojizas. Con esto es con lo que cada mañana se untan el cuerpo. No sólo les da ese color rojizo típico de las pieles himba, sino que les sirve para protegerlos del sol y de los mosquitos. Con esto untan también sus cabellos dándoles las formas de trenzas, por ejemplo. El peinado de la mujer himba depende de su estatus dentro de la tribu.
Además de la manteca rojiza guardan en crema, perfumes que ellos mismos fabrican. Es la manera de neutralizar los olores corporales. Hay que destacar que los himbas jamás se bañan con agua, con lo cual el aseo personal se reduce solamente a esta acción.
Himba son de las pocas tribus africanas que aún hoy mantienen su cultura como en otrora. Viven básicamente de la ganadería, sus vacas son símbolo de estatus y de identidad.