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Cuenta una vieja leyenda que, antiguamente, el pensamiento había sido una de las flores de campo de más agradable aroma. Los hombres pisoteaban las praderas en búsqueda de la flor, y estropeaban así el alimento del ganado. Al darse cuenta de ello, el pensamiento rezaba a Dios para que lo liberase de su perfume para salvar la hierba y el ganado.
En los folklores escocés y alemán, el pensamiento no tiene un significado tan benévolo. El pétalo más grande de su parte inferior representa la madrastra; por ambos lados la rodan sus hijas, bien vestidas, mientras que los dos pétalos de la parte superior, de distinto color y más pálidos, se consideran las hijastras.
En Inglaterra, el pensamiento es llamado "hierba tricolor" por reunir tres colores y es visto como el símbolo de la Santísima Trinidad, aunque también se asocia al amor romantico. Así, en "El sueño de una noche de verano", de William Shakespeare, Oberón vierte en los párpados de Titania unas gotas del jugo de esta flor para que se enamore del primero que vea al despertarse.