Elefantes como arma de guerra

En la primavera del 218 a.C. Aníbal parte de Qart Hadasht hacia Roma con un impresionante ejército compuesto por 80.000 infantes, 12.000 jinetes, 37 elefantes y miles de bestias de carga, y cruzando la línea del rio Ebro, somete a ilergetes, bargusios, ausetanos y lacetanos, antes de atravesar los Pirineos y los Alpes. Eran elefantes de la subespecie Loxodonta africana cyclotis, elefantes norteafricanos algo más bajos que los de sabana y por ello más manejables.

Alguien podría pensar que la inclusión de elefantes en el ejército de Aníbal fue una genialidad del estratega cartaginés. Sin embargo la utilización de elefantes como arma de guerra es mucho más antigua. Ya en algunos himnos sánscritos se alude a los elefantes de guerra. Posteriormente el propio Alejandro Magno se vió sorprendido por los elefantes del persa Dario III. Quedó tan impresionado que, en sus campañas posteriores, los incorporó a su propio ejército. El mismo Aníbal ya los había utilizado en la Batalla del Tajo para someter a los pueblos de la Meseta Central.

Los elefantes eran utilizados normalmente para cargar contra el enemigo, pisoteando y rompiendo sus primeras líneas y creando el terror entre los soldados enemigos. Entraron en combate contra Roma en la Batalla de Trebia con devastador resultado para los romanos.

El uso de elefantes de guerra, cesaría siglo y medio después, cuando en la batalla de Tapso (46 a.C.) en la guerra civil romana, Julio César armó a sus legionarios con hachas para herir las patas de los elefantes.

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