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Le llevó mucho tiempo comprender como debía actuar. Lo que tenía que sacrificar para llevar a cabo sus planes. Tenía que conseguir que él la odiara. Tenía que hacerle daño, tanto daño que no quisiera volver a verla nunca más. Si el enfado sustituía al amor que reflejaba su mirada, entonces podría cortar los lazos. Y eso sólo sería posible si le hería lo suficiente. No le quedaba otra elección. De lo contrario, sería incapaz de marcharse.
Aunque no había nada que deseara más que verlo, que estar a su lado, se alejaba cuando él se acercaba y respondía con monosilabos a sus preguntas. Apretaba los dientes y se hacía la fuerte ante la expresión dolida de su mirada, le daba la espalda y lo ignoraba. Hacía comentarios burlones en voz alta de lo pesado que pueden ser algunos hombres, de manera que todos se rieran.
Él lo escuchaba, y ella sabía que lo oía. LLoraba para sus adentros. Guardaba la pulsera que él le había regalado en el bolsillo. A veces la acariciaba con la yema de los dedos para que no se le olvidara lo que tenía que hacer.
Pasado un tiempo, él comprendió que ella había perdido el interés. Su mirada se apagó y aquella sonrisa maravillosa desapareció. Empezó a evitarla, tanto a ella como a sus amigas. Se sentía muy triste y ella sabía que era por su culpa. Todo era culpa suya. Amor, susurraba en la oscuridad de la noche. Perdóname, te quiero mucho.
Consiguió, con mucho dolor y muchas lágrimas, cruzar el puente hasta la otra orilla que la separaría de él. Consciente que por algún lado tenía que empezar que mejor que hacerlo por el principio atravesando el puente de la "A"
Puente del Tercer Milenio. Zaragoza
Bienvenida a esta casa de fotolog. Veo que es tu primera actualización.
Saludos.