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La música

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Miguel Mateos en Mar del Plata Argentina

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Triunfador

A veces los triunfadores no son aquellos a los que todo el mundo aplaude y reconoce. No son los que construyeron grandes obras, dejaron constancia de su liderazgo o viajaron, en primera clase.

A veces los triunfadores no son los administradores geniales, ni los visionarios del futuro o los grandes emprendedores. Por ello, tal vez no los reconoceríamos en medio de tanto pensador, filósofo o tecnólogo, que supuestamente conducen a este mundo por la senda del progreso.

A veces el triunfador no es el negociador internacional, o el hacedor de empresas de clase mundial o el deslumbrante estadista que asiste a reuniones cumbre.

No es el que se afana por exportar mucho, sino el que todavía se importa a sí mismo.

Porque el triunfador puede ser también el que calladamente lucha por la justicia, aunque no sea un gran orador o un brillante diplomático.

El triunfador puede ser igualmente el que venció la ambición desmedida y no fue seducido por la vanidad o el poder.

Es triunfador el que no obstante que no viajó mucho al extranjero, con frecuencia hizo travesías hacia el interior de sí mismo para dimensionar las posibilidades de su corazón.

Es el que quizás nunca alzó soberbio su mano en el podium de los vencedores, pero triunfó calladamente en su familia y con sus amigos y los cercanos a su alma.

Es, quizá, el que nunca apareció en las páginas de los periódicos, pero sí en el diario de Dios; el que no recibió reconocimientos, pero siempre obtuvo el de los suyos; el que nunca escribió libros, pero sí cartas de amor a sus hijos y el que pensó en redimir a su país a través de la asfixiante aventura de su trabajo común y rutinario y aquel que prefirió la sombra, porque, finalmente, es tan importante como la luz.

A veces el triunfador no es el que tiene una esplendorosa oficina, ni una secretaria ejecutiva, ni posee tres maestrías; no hace planeación estratégica ni elabora reportes o evalúa proyectos, pero su vida tiene un sentido, hace planes con su familia, tiene tiempo para sus hijos y encuentra fascinante disfrutar de la hermosa danza de la vida.

A veces el triunfador no pasa a la historia, sino el que hace posible la historia; el que encuentra gratificante convencer y no sólo vencer y el que de una manera apacible y decidida lucha por hacer de este mundo un mejor lugar para vivir.

A veces el triunfador no tiene que ser el que construyó grandes andamiajes y estructuras administrativas, pero supo cómo construir un hogar; no es el que tiene un celular, pero platica con sus hijos, no tiene email, pero conoce y saluda a sus vecinos, no ha ido al espacio exterior, pero es capaz de ir hacia su espacio interior y sin haber realizado grandes obras arquitectónicas, supo construirse a sí mismo y fue, como dice el poeta, el cómplice de su propio destino.

A veces el triunfador suele ser Teresa de Calcuta, o Francisco de Asís o Nelson Mandela, o tal vez la enfermera callada, el obrero sencillo y el campesino olvidado, porque como personas triunfaron sobre la apatía o el desencanto y con su esfuerzo cotidiano establecieron la diferencia.

A veces el triunfador puede ser el carpintero pobre de un lugar ignorado, o una mujer sencilla de pueblo o un niño humilde que nació en un pesebre, porque no había para él lugar en la posada...

 

Autor: Rubén Núñez de Cáceres

de Encuentra.com

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Tiro al blanco

Una joven chica llamada Sally, relata una experiencia que ella tuvo en unas de sus clases, dada por su profesor, Dr. Smith.

Al Dr. Smith lo Conocían por sus lecciones objetivas.

Un día particular, Sally llegó a sus clases y sabía que iba a ser un día de diversión.

En la pared estaba una blanco grande, y en una mesa próxima estaban muchos dardos...

Dr. Smith les dijo a los estudiantes que dibujaran la foto de una persona que no les gustara, o de alguien que los haya puesto furiosos, y él les dejaría tirar los dardos a esa foto.

La amiga de Sally dibujó una foto de una muchacha que le había robado a su novio.

Otra amiga dibujó la foto se su hermanito.

Sally dibujó una foto de un amigo anterior, poniendo muchos detalles en su dibujo, hasta le dibujó las espinillas de la cara.

Sally estuvo satisfecha con el efecto que ella había alcanzado. Se alineó en la fila para tirar los dardos.

Algunos de los estudiantes lanzaron sus dardos con tal fuerza que sus blancos fueron rasgados. Sally miraba adelante en espera de su turno, y entonces se llenó de decepción cuando el Dr. Smith, debido a límites de tiempo, pidió que los estudiantes volvieran a sus asientos.

Cuando se sentó con el pensamiento de que estaba muy enojada porque ella
no tuvo la ocasión de lanzar ningún dardo al blanco, el Dr. Smith comenzó a quitar los blancos de la pared.

Por debajo del blanco estaba una foto de Jesús. Un silencio cayó sobre el cuarto mientras que cada estudiante vio la desmantelada foto de Jesús; los agujeros y las marcas dentadas cubrieron su cara, y sus ojos fueron perforados.

El Dr. Smith dijo solamente estas palabras... 
"Si a uno de tus semejantes le haces daño, me lo haces a Mí". Matteo 25:40.

No había necesidad de otras palabras; las lágrimas llenaron los ojos de los estudiantes, centrados solamente en el cuadro de Cristo.

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LAS CRITICAS SON BUENA SEMILLA

Cuando tenemos una buena noción de quién y de cómo somos no necesitamos de elogios.

Las críticas siempre son escalones útiles para nuestro ascenso. Es necesario saber usarlas con discernimiento y sacarles el mejor provecho.

Nada sacamos del elogio, a no ser el incentivo para continuar haciendo lo que hacemos. Pero siempre de la misma manera. ¡Nada cambia! ¡Nada crece!

La crítica es todo lo contrario. Al principio nos choca, nos sacude, unas veces de rabia, otras de inseguridad y de miedo. Pone en nuestra boca el sabor amargo de la frustración y de la falta de auto-confianza. Pero eso ocurre cuando somos débiles.

A los fuertes no les impactan negativamente las críticas y las ven como desafíos para volverse mejores. Son poderosas palancas para llevarnos a "actuar de otra manera", para el cambio de ruta, para salir de la rutina y del tedio.

Quien solo se satisface con elogios nunca saldrá del lugar donde se colocó.
Quien confronta las críticas siempre estará en paz con su ego y, aún mejor, con su Alma, que desea la evolución, que aplaude la libertad de cambiar, de saltar de un polo para el otro.

Los elogios son buenas y confortables poltronas. Las críticas son terrenos pedregosos donde caminamos descalzos, pero que nos dan la oportunidad de batallar para alcanzar - un día - lo mejor de nosotros, pues nunca faltan hipócritas para aplaudir incluso lo peor que tengamos.

Observa la crítica con buenos ojos. Es la que puede hacerte salir de la zona de comodidad, levantarte, sacudirte y liberarte del moho del pasado.

Ponte cara a cara contigo mismo. Filtra las críticas y escoge aquellas que pueden - positivamente - ayudarte a reconstruirte.

No existe crítica constructiva. Por mala que nos parezca, cambiando la interpretación, ¡Toda crítica es reconstructiva!

 

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mario.web

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