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Hay un tiempo, no sabemos cuándo;
Un lugar, no sabemos dónde;
El cual, marca el destino de los hombres
Para gloria y para desesperación.
Existe una línea invisible para nosotros,
La cual, cruza cada sendero,
Marca el lindero entre
La misericordia de Dios y su ira.
El pasar tal límite es morir,
Morir en secreto;
Esto no nubla al ojo luciente,
Ni palidece el fulgor de la salud.
La conciencia puede que todavía esté tranquila,
El espíritu liviano y alegre;
Y aquello que agrada todavía puede agradar
Y el cuidado puede ser alejado.
Pero en esa frente Dios ha puesto
Una marca indeleble;
Invisible para el hombre, quien todavía
Está ciego y en tinieblas.
Él siente que todo está bien
Y todo temor está calmado;
Él vive, él muere, él camina en el Infierno,
No sólo sentenciado, mas bien condenado.
O, ¿Dónde está esa línea misteriosa
Que puede por los hombres ser cruzada,
Más allá de la cual Dios mismo ha jurado
Que el que la cruce se perderá?
Una respuesta de los cielos repite,
"Vosotros que de Dios os apartáis.
Escuchad Su Voz HOY,
Arrepentios y no endurezcáis vuestros
corazones HOY".