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¿Creer en Dios o creerle a Dios? parte 1
Al comentar Génesis 15:6 Y creyó (Abraham) a Jehová, y le fue contado por justicia, (versículo que Pablo cita en Romanos 4:3 y Gálatas 3:6), muchos entienden la expresión creyó a Dios en el sentido de creyó en Dios. Sin embargo, ambas expresiones no son en modo alguno equivalentes.
Lo primero (Creer en Dios) se refiere a aceptar la existencia de Dios, o, a lo más, (como en Santiago 2:19) a aceptar algún rasgo de su naturaleza, pero creer esto no es la fe que justifica.
La fe de la que se habla en Génesis 15:6 es una fe que acepta y cree lo que Dios dice; es decir, que recibe el testimonio de Dios. Cuando Dios habló a Abraham acerca de su descendencia, que sería tan numerosa como las estrellas del cielo, Abraham le creyó. Abraham no tenía hijo, así que no tenía un fundamento natural en que basar su fe; sin embargo, él creyó que Dios le daría una descendencia. La fe que tuvo en esas condiciones, y en lo que Dios le dijo, le fue imputada por justicia, por lo que él fue declarado justo.
La fe que cree a Dios es, pues, una fe que se levanta a contrapelo, porque no se afirma en lo que el hombre es, sino en lo que Dios ha dicho. Es una fe que confía plenamente en Dios y se olvida de la impotencia del hombre.
Creer a Dios no es sólo aceptar la existencia de Dios, sino aceptar la veracidad de Dios. (Ro. 3:4). Para una Persona de la dignidad de Dios es más ofensivo hacerle mentiroso no creyendo lo que dice, que ignorar su existencia. Más le ofenden quienes dudan de sus palabras, que los ateos.
La incredulidad es sumamente abominable a Dios. Recordemos que Israel cayó en el desierto por incredulidad, según nos refiere Hebreos 3:18-19: ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.
continua sig. foto....