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Nuestra historia empieza en Génesis 25. Isaac tenía cuarenta años cuando se casó con Rebeca. Por veinte años no tuvieron hijos. Isaac sabía que la promesa de Dios de bendecir al mundo iba a cumplirse por medio de sus hijos. Por eso, él oró a Dios y Dios abrió el vientre de Rebeca. Ella concebió y gemelos comenzaron a desarrollarse.
Una lucha empezó en su vientre. Llegó a ser tan violenta que ella fue a consultar al Señor. El Señor respondió que dos pueblos estuvieron dentro de ella. Uno sería más fuerte que el otro, y que el mayor serviría al menor. Note Ud. que esta profecía fue dada antes de que los niños nacieran, y antes que habían hecho alguna cosa buena o mala. Muchos años después, el apóstol Pablo hizo referencia a esta historia en el libro de Romanos para comprobar la presciencia y la soberanía de Dios.