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Al llegar la Independencia la ciudad comenzó una importante crisis económica, situación que sólo se revirtió con la llegada de colonos alemanes entre 1950 y 1875. Este impulso llevó a la ciudad a un nuevo auge, transformándose en el núcleo industrial más próspero del país, con cervecerías, curtiembres, destilerías, fundiciones de bronce, astilleros y fábricas.
Lamentablemente, dos nuevos sucesos marcaron trágicamente este dinámico desarrollo: primero, la segunda guerra mundial, que colocó a los capitales alemanes en una "lista negra", y más tarde el impresionante terremoto de 1960, que no sólo botó numerosos edificios, sino que hundió a la ciudad algo así comio 3 metros, sumergiendo construcciones y campos cultivables bajo el agua para siempre.